¿Recuerdas la historia de “Pinocho”, la pequeña marioneta de madera caracterizada por su frecuente tendencia a mentir, lo que hizo que le creciera la nariz? Resulta que la novela del escritor Carlo Collodi tiene implicaciones en la vida real.
Científicos de la Universidad de Granada, en España, confirmaron que el llamado “Efecto Pinocho” existe realmente. Este causa un aumento en la temperatura alrededor de la nariz y en el músculo orbital en la esquina interna del ojo cuando una persona miente.
Publinews Internacional conversó con Emilio Gómez Milán, investigador principal del estudio, para saber más.
¿Qué es el “Efecto Pinocho”?
“Cuando la gente miente, la mentira tiene al menos dos componentes, uno emocional (cuán nervioso te pones) y otro cognitivo (el esfuerzo mental para mentir, inhibir la verdad, pensar en las consecuencias, si estás siendo convincente). El emocional se mide en la punta de la nariz, por lo que se le llama ‘Efecto Pinocho’ (si la temperatura baja allí es debido a la vasoconstricción arterial en esa zona, y obedece a la activación simpática, a sentir estrés, si la temperatura sube allí es debido a la vasodilatación debido a la desactivación del sistema simpático, a sentir calma o control).
El segundo componente, el cognitivo, se mide en frente (cuando pensamos y planificamos lo hacemos con el lóbulo frontal, detrás de la frente, y allí fluye más sangre y sube la temperatura de esa zona). En resumen, un mentiroso debe mostrar una temperatura más baja en la nariz y una temperatura más alta en la frente”.
¿Cuán fiable y preciso es el método propuesto en la investigación?
“Hemos obtenido una precisión de hasta el 80 por ciento para detectar a los mentirosos con un 20 por ciento de falsos positivos (personas inocentes que encontramos culpables). Esto está muy por encima de las posibilidades, pero no es perfecto, todavía hay mucho que mejorar. Y eso fue confirmado en el laboratorio. Tenemos que demostrar que funciona en entornos naturales (prisiones, aeropuertos, fronteras…)”.
¿Cuál podría ser la diferencia?
“La motivación para mentir en el laboratorio es seguir instrucciones, en la vida real es engañar. El porcentaje de mentirosos en el laboratorio es del 50 %. En la vida real puede ser uno de cientos o miles. Las consecuencias, en el laboratorio es perder puntos, en la vida real es la cárcel…. En el laboratorio mientes en el momento del registro pero en la vida real el acto de mentir ya ocurrió y tratas de descubrirlo”.
Entonces, ¿se podría usar este método fuera del laboratorio, en la vida cotidiana?
“No ahora, en el futuro, cuando lo evaluemos en entornos naturales, quizás. La investigación va del laboratorio a la vida real, pero eso requiere tiempo y pruebas. Para uso policial, no como prueba ante los tribunales, porque nunca lograremos una precisión del 100 %”.
¿Qué sigue?
“Probar el método en prisiones, con psicópatas, secuestradores, pedófilos, en busca de terroristas en las fronteras, en engaño al seguro médico”.