La esperanza de vida ha seguido disminuyendo en Estados Unidos en 2017 en comparación con 2014, un deterioro histórico debido principalmente a la crisis de sobredosis de drogas, pero también al aumento de los suicidios.
"Esta es la primera vez que vemos una tendencia a la baja desde la gran epidemia de gripe de 1918", dijo a Robert Anderson, jefe de estadísticas de mortalidad del Centro Nacional de Estadísticas de Salud, que divulga los datos. Anderson precisó no obstante que el declive fue mucho más fuerte en 1918.
En 2017, la esperanza de vida al nacer era de 76,1 años para los hombres y 81,1 años para las mujeres. El promedio para la población fue de 78,6 años, comparado con 78,9 en 2014.
Además, son tres años y medio menos que en Canadá, al otro lado de la frontera y que también se ve afectado por las sobredosis.
"Estas estadísticas nos alertan y muestran que perdemos muchos estadounidenses, muy pronto, por causas evitables", declaró el director de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC), Robert Redfield.
El flagelo de la sobredosis de drogas comenzó a principios de la década de 2000 y su intensidad se incrementó desde hace cuatro años.
En 2017, unos 70 mil estadounidenses murieron por sobredosis de drogas, 10 % más que en 2016.
En términos de muertes, Anderson comparó esta situación con el auge de la epidemia del VIH pero con una diferencia: que aquella disminuyó rápidamente. El estadístico espera que las sobredosis sigan el mismo camino.
De los 35 países de la OCDE, solo Islandia ha visto recientemente una disminución en la esperanza de vida, según cifras hasta 2016. En el resto de los lugares, ha aumentado o se ha estancado.
Los suicidios también continuaron aumentando paralelamente en 2017 en Estados Unidos, alcanzando los 47 mil decesos. Desde 1999, la tasa de suicidio aumentó 33 %.
Opiáceos
Existen dos categorías de sobredosis: una por drogas no opioides (como la cocaína y la metanfetamina) y otra por psicoestimulantes, por los que murieron aproximadamente 27 mil personas.
Pero el aumento se debe en gran parte a la segunda categoría: los opiáceos.
Esto incluye la heroína, la morfina y los llamados opiáceos semisintéticos, como la oxicodona, un analgésico con receta pero vendido en el mercado negro, con la ayuda de médicos y laboratorios cómplices que afirman ignorar el problema, y que suelen ser la puerta de entrada a la adicción.
La tasa de muertos por opiáceos sintéticos se duplicó de 2015 a 2016. El año pasado, aumentó en un 45 %.
Pero las cifras de 2017 revelaron un detalle que da una relativa esperanza: el número de sobredosis sigue creciendo, pero a un ritmo más lento.
*Con información de AFP