La Tierra gira sobre su eje en la misma dirección: de oeste a este, al contrario de las agujas del reloj si se tiene en cuenta el polo norte como punto de vista.
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Esta es una característica que comparten todos los planetas de nuestro Sistema Solar, con la excepción de Venus y Urano.
A una velocidad de 1 mil 670 kilómetros por hora, en nuestro mundo una rotación completa dura casi 24 horas. Este fenómeno tiene distintas consecuencias, como el efecto Coriolis, que es el responsable, por ejemplo, del sentido en el que giran los anticiclones en cada hemisferio. Pero, ¿qué ocurriría si la Tierra decidiera dar marcha atrás y comenzar a girar hacia el otro lado?
Este año, un equipo de investigadores de la Universidad inglesa de Reading y del Instituto Max Planck de Meteorología, de Alemania, entre otros, presentó una simulación que muestra las hipotéticas consecuencias globales que supondría esta situación, a nivel climático. Y resulta que, si ese fuera el caso, el mundo sería muy diferente a como lo conocemos hoy.
Cambios extremos
Uno de los mayores cambios lo experimentaría el ancho cinturón desértico que se extiende desde África Occidental hasta Oriente Medio. Este sería reemplazado por un paisaje verde, de clima húmedo y templado, señala la simulación explicada por ABC.
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Al mismo tiempo, las dunas cubrirían Norte y Sudamérica, hasta el punto en el que el sur de Brasil y Argentina se convertirían en los mayores desiertos sobre la Tierra.
El sur de Estados Unidos sufriría un brutal cambio climático, desde la humedad a una aridez absoluta.
Mientras, Europa occidental, quedaría congelada durante los gélidos inviernos.
La Circulación Atlántica Meridional de Retorno (AMOC), una importante corriente oceánica reguladora del clima en el Atlántico, se esfumaría para resurgir de nuevo en el Océano Pacífico norte.
Además, según los investigadores, las cianobacterias (bacterias que producen oxígeno a través de la fotosíntesis) aparecerían donde nunca antes lo han hecho antes: dominarían el norte del Océano Índico.
¿Ventajas?
Pero estas condiciones climáticas completamente nuevas no necesariamente supondrían una catástrofe para nuestro planeta. De hecho, los expertos descubrieron que una Tierra que gira en sentido contrario tiene sus ventajas.
En general, el planeta sería más verde.
La cobertura mundial del desierto se reduciría a la nada desdeñable cifra de 11 millones de kilómetros cuadrados (de 42 millones a unos 31 millones de kilómetros cuadrados).
Las praderas aparecerían en más de la mitad de las antiguas áreas desérticas, y las plantas leñosas brotarían para cubrir la otra mitad. La vegetación de este mundo "inverso" almacenaría más carbono que nuestra Tierra actual.