Los pasajeros que salieron este domingo del aeropuerto de Miami experimentaron filas más largas de lo normal en los puestos de seguridad debido al cierre temporal de uno de sus terminales, provocado como consecuencia de la parálisis presupuestaria del gobierno de Donald Trump.
"Podríamos hasta perder el avión. Quería comerme un sándwich y ahora no puedo. Estamos furiosos, no tiene sentido", dijo a la AFP el italiano Rocco Vincenzo, que se dirigía a las islas Caimán antes de volver a su país pero estaba bloqueado en una fila de más de 100 metros.
"Se te pasan las ganas de viajar, yo me voy a Italia y él [Trump] que se quede en América", bromeó el obrero de 52 años mientras hacía la fila.
Desde el 22 de diciembre, unos 800.000 empleados federales están de baja obligatoria o trabajando sin sueldo porque Donald Trump y el Congreso no se ponen de acuerdo sobre el presupuesto para el muro que el presidente quiere levantar en la frontera con México.
En consecuencia, los empleados de la Administración de Seguridad en el Transporte (TSA), que son considerados "esenciales" y deben trabajar sin sueldo, están reportándose enfermos a una tasa de mayor a lo normal.
Ante la ausencia de unos 40 empleados, las autoridades del aeropuerto de Miami decidieron el viernes cerrar el terminal G -uno de los seis que tiene el aeropuerto- y redistribuir sus vuelos en los terminales F y H.
Era en el terminal F donde la fila se extendía lo equivalente a dos cuadras y los viajeros comenzaban a impacientarse.
"Viajar en general ya es difícil, no es agradable, y ahora esto se agrega a la frustración de viajar", dijo Paul Reynolds, un jamaiquino de 52 años que viajaba a Kingston.
De acuerdo al portavoz Greg Chin, "el tiempo de espera en el aeropuerto de Miami permanece normal y el terminal G retomará sus operaciones el lunes por la mañana, con personal de la TSA en el terminal G".
Inicialmente, el cierre se iba a extender hasta el lunes inclusive, "pero luego de cerrar el terminal G ayer y hoy [domingo], no hay más necesidad de continuar haciéndolo".
El jefe de la TSA, David Pekoske, escribió el viernes que había aprobado un bono de 500 dólares para los oficiales uniformados de los puestos de control que han trabajado sin sueldo en lo que ha sido la parálisis gubernamental más larga de la historia estadounidense.
"Si bien estoy al tanto de que esto no es lo que se les debe por su duro trabajo", tuiteó, "espero que estas acciones alivien algo las dificultades financieras que muchos de ustedes están enfrentando".
El congresista demócrata Bennie Thompson, nuevo presidente de la comisión de Seguridad Interior de la Cámara de Representantes, había escrito en una carta al jefe de la TSA que "es razonable esperar que las renuncias y ausencias de los oficiales aumenten a medida que se prolongue el cierre del gobierno".
De seguir así durante dos semanas más, el bloqueo le habrá costado a Estados Unidos tan caro como el muro de 5.700 millones de dólares que Trump quiere levantar y que los demócratas, que tienen la mayoría en la nueva Cámara de Representantes, se niegan a aprobar.