En la catedral de Rabat, rodeado de un fuerte dispositivo de seguridad, el papa Francisco explicó a las comunidades cristianas de Marruecos que lo importante no es ser numerosos, sino ejercer e ilustrar de forma muy concreta las enseñanzas de la Iglesia.
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"Permanezcan cerca de quienes son a veces dejados de lado, de los pequeños y de los pobres, de los presos y de los migrantes", aconsejó el Papa, que se reunió la víspera con 80 migrantes en un centro humanitario de Caritas.
En cambio "las vías de la misión no pasan por el proselitismo, que conduce siempre a un callejón sin salida", insistió Francisco.
"¡Por favor, nada de proselitismo! (…) La Iglesia no se agranda con el proselitismo sino con el testimonio".
La exhortación del papa tiene especial resonancia en un país donde el proselitismo activo ante musulmanes marroquíes puede ser penado con hasta tres años de prisión.
En cambio, los musulmanes tienen, en teoría, el derecho de convertirse, si tal es su deseo.
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No besar el anillo
En el interior de la catedral de Rabat, renovada y recién pintada para la ocasión, sacerdotes, monjas y representantes religiosos llegados de Marruecos pero también de otros países de África occidental, acogieron al Papa.
Francisco les agradeció su "presencia humilde y discreta", y abrazó a su decana, la hermana Ersillia Mantovani, de 97 años.
Luego fue rodeado por un cálido grupo de fieles, momento en el que varias monjas dejaron un beso en su anillo pontificio.
Y ello, pese a que un sacerdote había advertido a las 400 personas presentes en la catedral que el Papa no apreciaba esta práctica.
Antes de partir, Francisco saludó a los representantes del Consejo de Iglesias cristianas de Marruecos, creado para promover el diálogo ecuménico.
"¡Viva Papa!"
Centenares de fieles, originarios de Europa o África subsahariana, esperaban con impaciencia la salida del Papa de la catedral, en el corazón del viejo Rabat.
"¡Viva Papa!", gritó uno de ellos a pleno pulmón.
En Marruecos hay unos 30 mil católicos, 10 veces menos que antes de su independencia, en 1956.
Durante la época de la colonización española y francesa había 200 iglesias, mientras que actualmente apenas quedan 44.
Las iglesias fueron rescatadas del olvido gracias a la llegada de subsaharianos, de estudiantes atraídos por el sistema de becas universitarias y de migrantes que aspiran a realizar la travesía hasta Europa.
La comunidad cristiana cuenta también con algunos miles de marroquíes convertidos.
Estos luchan desde 2017 para poder disfrutar plenamente de la libertad de culto reconocida por su Constitución.
*Con información de AFP