Con una oferta que va desde pequeños telescopios hasta la visita a los más grandes centros astronómicos, el astroturismo es cada vez más popular en la "capital mundial" de la astronomía.
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En los alrededores de la ciudad de Vicuña, a unos 450 km al norte de Santiago, el observatorio Mamalluca está, una noche más, colmado de turistas, preludio del eclipse total de sol del 2 de julio, que oscurecerá por completo los cielos en esta región del país.
"El boom que existe ahora no es solo por el eclipse, sino por todo lo que significa tener los principales centros de investigación astronómicos en Chile", dice a la AFP Pablo Lara, director del observatorio Mamalluca (o "Madre que cobija" en lengua quechua), que recibe hoy más de 60.000 visitas al año, duplicando lo que recibía hace cinco años.
En pleno Valle del Elqui, alejado de la ciudad y casi sin contaminación lumínica, el observatorio público fue construido en 1995, constituyéndose en pionero en desarrollar en Chile el concepto de astroturismo. Hoy mantiene prácticamente repletas las reservaciones para los cuatro tours de dos horas que ofrece en verano y tres en invierno.
"Es maravilloso, porque aparte de poder ver la flora y fauna que tenemos, podemos ver lo que está sobre nosotros. Siempre vemos lo que está debajo o en el horizonte pero lo que está sobre no se puede, ¡entonces verlo ahora es guau!", dice entusiasmada Vanessa Arancibia, una turista chilena que acaba de terminar de hacer el tour, centrado esta noche en la observación de Júpiter y varias constelaciones de estrellas.
"Nunca había visto el cielo en un lugar como este (…) es el mejor lugar para ver las estrellas y lo recomiendo", dice por su parte Mie Thorsen, de nacionalidad noruega, sobre la posibilidad que ofrece el observatorio de ver las estrellas a través de los telescopios pero también a simple vista.
Con paisajes que incluyen el desierto más árido del mundo y la exuberante Patagonia en el sur, Chile es un destino cada vez más apetecido por el turismo. El año pasado, el país registró más de 5,7 millones de visitas, muchas de ellas motivadas por el Plan Estratégico diseñado hace tres años para posicionar al país como un destino internacional de astroturismo.
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Más alternativas
Emplazadas sobre todo en el norte y el centro de Chile, son cada vez más las alternativas de turismo astronómico que ofrece el país.
Desde pequeños observatorios de aficionados hasta los patios de hoteles, la industria de los telescopios está en un imparable auge.
Pero la mayor oferta se concentra en el norte del país en el desierto de Atacama, donde además se ubican los principales observatorios del mundo, que mediante cita previa pueden ser también visitados.
Especialmente relevante es la actividad en torno al pintoresco pueblo de San Pedro de Atacama, en pleno desierto, convertido en uno de los sitios más visitados del país, donde la oferta de turismo astronómico es extensa y se combina con la visita a lugares únicos, como el Valle de la Luna, lo más parecido a Marte que hay en el planeta Tierra.
"La gente busca tener la posibilidad de tener un cielo completamente despejado y aprovechar la experiencia de darse cuenta de lo inmenso y lo importante que es saber más sobre estos temas", reflexiona Lara.
Lugar único
Los despejados cielos que cubren el desierto de Atacama, el más árido del mundo, han convertido a Chile en el epicentro de la astronomía mundial, concentrando cerca del 45% de la observación astronómica en los diferentes observatorios que jalonan sus arenas, como el Paranal -que alberga al telescopio óptico más potente del planeta- o el radiotelescopio ALMA.
Con la inauguración de gigantescos proyectos hoy en construcción, como el Telescopio Gigante de Magallanes (GMT) o el Telescopio Europeo Extremadamente Grande (E-ELT), se espera que Chile concentre el 75% de la observación astronómica mundial a partir del próximo año.
Ubicado a 5.100 metros de altura, uno de los lugares más espectaculares para la observación astronómica es el llano de Chajnantor, en las cercanías de San Pedro de Atacama.
Sus cielos excepcionalmente secos y claros, con un escasísimo nivel de lluvia, son ideales para que las 64 antenas que conforman el radiotelescopio ALMA capten las ondas emitidas por los cuerpos celestes más antiguos y lejanos del Universo.
Estos son los centros más avanzados de una red de otros observatorios como Tololo, La Silla o Las Campanas, en el norte del país.
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