Los cuerpos sin vida de Óscar Alberto Martínez y su pequeña hija Angie Valeria, quienes murieron ahogados en el río Bravo cuando cruzaban desde México hacia Estados Unidos, llegaron este domingo a El Salvador, donde serán sepultados.
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Los restos de Óscar, de 25 años, y de la niña de casi dos años, son velados este domingo en la funeraria municipal del cementerio la Bermeja, de la capital San Salvador, en cuya periferia vivían con su familia antes de emigrar.
En ese cementerio, según fuentes municipales, serán sepultados el lunes.
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Los cadáveres fueron trasladados desde México a El Salvador por vía terrestre.
En la localidad de La Hachadura, en el departamento de Ahuachapán, ubicado en el límite de El Salvador con Guatemala, fueron recibidos por el ministro de Gobernación, Mario Durán.
La esposa del migrante y madre de la niña fallecidos, Tania Ávalos, de 21 años, había llegado a San Salvador el viernes.
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Ahogados
Martínez y la niña murieron ahogados hace una semana en el río Bravo (río Grande), ubicado en el límite entre México y Estados Unidos.
La fotografía de sus cuerpos muertos boca abajo en la orilla del cauce conmocionó a la comunidad internacional, y expuso con crudeza el peligro de la migración irregular alentada por la pobreza y la inseguridad.
El presidente salvadoreño, rechazó que la repatriación de los cadáveres se haya realizado con "hermetismo" como lo afirmaron afirmaron algunos medios de prensa por la falta de información oficial sobre el caso.
"No no es hermetismo. Fue una decisión tomada después del desastroso error de nuestro gobierno, al exponerlos a la prensa", escribió Bukele en Twitter.
El viernes el mandatario lamentó que la cancillería presentará a la viuda Tania Ávalos en el marco de una rueda de prensa a su llegada al aeropuerto Óscar Arnulfo Romero.
En busca de "brazos abiertos"
"Óscar y su bebé se han convertido en un ícono para llamar la atención a nivel nacional e internacional del drama de la migración que ha estado sucediendo por mucho tiempo", dice a la AFP César Ríos, director del Instituto Salvadoreño del Migrante (Insami).
En la ruta migratoria terrestre de los salvadoreños y centroamericanos que viajan hacia Estados Unidos "todos los días hay un muerto y un desaparecido" por los diferentes peligros que deben sortear, describe Ríos.
El caso del padre y su hija, según Ríos, simbolizan "la incompetencia de las políticas que han tenido los gobiernos de no garantizar una vida digna capaz de proyectar un futuro a los jóvenes".
"La mayor parte de la movilidad humana esta caminando en búsqueda de protección y de refugio; ellos están expulsados de su comunidad porque no tienen seguridad y lo primero que esperarían en cualquier parte donde lleguen son brazos abiertos que les den refugio", dice Ríos.
Óscar junto a su hija y su esposa habían salido de El Salvador el pasado 3 de abril y permanecieron dos meses en un albergue en Tapachula, México, desde donde comenzaron el trámite para solicitar asilo en Estados Unidos.
Pero ante la demora para obtener una respuesta, decidieron continuar su camino a Estados Unidos.
El Salvador, de luto
Para el coordinador de la ONG Comisión de Derechos Humanos(CDHES), Miguel Montenegro, "El Salvador está de luto".
"La muerte de Óscar y su niña obliga a una reflexión sobre las causas que generan la salida de las personas", dice.
Las condiciones de pobreza y "la desesperación por superar su postración en sus vidas" es tal que las personas migrantes, aún a costa del riesgo de perder sus vidas, cruzan ríos a nado, navegan en pequeñas lanchas en el mar o se lanzan de lo alto del muro en frontera de México con Estados Unidos, enumera Montenegro.
Mientras se mantengan las causas que generan el éxodo, dice, el país seguirá "lamentando" tragedias en los más de 3.000 kms que recorren los migrantes en busca del "sueño americano".