Durante las últimas semanas, los gobiernos de Brasil y Bolivia, con ideologías totalmente opuestas, han tenido algo en común: la lucha contra los incendios forestales en la Amazonía, una acción que podría tener costos políticos futuros.
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La atención se ha centrado en el mandatario brasileño, Jair Bolsonaro, y sus desacuerdos con su homólogo francés, Emmanuel Macron.
En una reunión con gobernadores de la región amazónica, Bolsonaro dijo que buscará soluciones "permanentes" a los incendios en la Amazonía y volvió a denunciar el "colonialismo" francés.
La reunión, celebrada en el Palacio Presidencial de Planalto, sirvió para designar a los gobernadores de los nueve estados de la región amazónica para presentar propuestas de prevención de incendios forestales como los que se desataron hace casi tres semanas y que están casi bajo control, según el Gobierno.
Sin embargo, Bolsonaro también aprovechó la oportunidad para avivar su ataque con el presidente francés, con quien tiene una dura confrontación verbal desde que la Amazonía comenzó a arder.
Efectos más inmediatos para Bolivia
Mientras tanto, los incendios forestales ya han detenido la campaña electoral en Bolivia, donde Evo Morales busca su cuarto mandato.
Él y los candidatos de la oposición, Carlos Mesa y Oscar Ortiz, anunciaron por separado que pausarán sus campañas para el día de las elecciones de octubre para concentrar sus esfuerzos en apoyar a las zonas afectadas por los incendios en el este del país.
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Morales anunció que suspenderá "al menos una semana" su campaña electoral, para centrar la atención en los incendios que comenzaron hace tres semanas en Chiquitania, en la región oriental de Santa Cruz, la más próspera del país.
Carwil Bjork-James, profesor adjunto de Antropología de la Universidad de Vanderbilt, en Estados Unidos, también opinó sobre el impacto político de los incendios.
"Mientras hablan desde extremos opuestos del espectro político, tanto Morales como Bolsonaro han afirmado que la protección ambiental y la preservación de los bosques son preocupaciones lejanas de los países más ricos que no han asumido la responsabilidad de sus propios daños a la Tierra", dijo Bjork-James.
"Sin embargo, los incendios que se desatan ahora cambian esa historia. A nivel nacional, muchas personas sienten que algo de valor incalculable que pertenece a su país está en peligro de forma repentina y dramática".
"Mientras tanto, como lo demuestran las recientes reuniones del G-7, la crisis está llevando a los países ricos a enviar dinero e imponer presiones de maneras que no se habían considerado antes sobre temas ambientales", apuntó.