El presidente de Argentina, Mauricio Macri, está más pendiente del cambio en el dólar que de impulsar su campaña presidencial, y es que la moneda de Estados Unidos le ha dado una batalla sin cuartel en estos cuatro años de presidencia.
En diciembre del 2015, Macri asumió la presidencia con un dólar (con control de compra) que llegaba a los 9,85 pesos argentinos y una inflación del 22 %, prometiendo bajarla sin problemas ya que se trataba de la política “más fácil del mundo”.
Todos esperaban que al tratarse de un presidente de derecha los mercados se regularan solos y Argentina por fin saliera de la crisis.
Sin embargo, el mandatario liberalizó la moneda estadounidense y esta comenzó a subir exponencialmente, a mediados del 2016 llegó a los 16 pesos argentinos, en 2017 cerró el año en 19,46 pesos argentinos y en 2018 alcanzó los 39,23 pesos argentinos.
En la época ya se hablaba de la “Macrisis”, aunque lo peor estaba por venir.
Tras el triunfo de la dupla Alberto Fernández y Cristina Fernández en las primarias sobre Macri, quien busca su reelección el 27 de octubre, el dólar se desenfrenó y llegó a la barrera de los 60 pesos argentinos y se mantiene oscilando entre los 57 y 58 pesos.
Mientras tanto, Macri ha intentado de todo en función del dólar, inclusive utilizar su campaña al atacar a la oposición, la devolución del IVA y dialogar cordialmente con Alberto.
Como nada resultó, finalmente el pasado lunes, contrario a todo su discurso, el mandatario, en una medida desesperada para frenar la pérdida de reservas y la aceleración de la devaluación, implementó las restricciones a la compra de dólares, poniendo un máximo de 10 mil dólares a la compra sin ningún tipo de permiso.
Las medidas son contrarias al ideario predicado por el conservador jefe de Estado y se asemejan, sin llegar a ser tan restrictivas, a los límites al acceso a la divisa que impuso su antecesora, Fernández de Kirchner, durante su segundo mandato.
El miedo al “dólar blue”
Pero los problemas de Macri no terminan con dólar oficial, ya que con la implementación de este “cepo” cambiario resurge la amenaza del resurgimiento del llamado “dólar blue”.
Este es el nombre que recibe en argentina el conocido mundialmente como el dólar negro, es decir, la venta de manera clandestina del dólar que se transa a un valor mucho más caro que en el mercado formal cuando éste tiene restricciones y que no posee ningún tipo de control ni limites.
Durante la gestión de Fernández de Kirchner, donde la compra de divisas para viajes al exterior era limitada y requería de una autorización previa del fisco, también se habían fijado impuestos sobre las compras en dólares con tarjetas de crédito, prohibido el comercio electrónico con diferentes plataformas y no estaba permitido el giro de dinero a cuentas en el exterior.
El dólar oficial costaba en septiembre del 2014 unos 8,36 pesos argentinos y el “dólar blue” llegó a los 15,75 en el mismo mes.
Hoy, con un dólar con restricciones acotadas se espera un desdoblamiento cambiario, el dólar se manejará en ambos mercados, pero es posible que no adquiera el mismo protagonismo que en el segundo periodo de Cristina.
Este lunes el “dólar blue” consiguió dos pesos más que la venta oficial.
Los analistas coinciden en que las restricciones son un paliativo en el actual contexto de incertidumbre electoral y volatilidad de los mercados, pero que al mediano plazo provocarán los mismos efectos negativos que el “cepo” cambiario que había impuesto el kirchnerismo durante su gobierno: alejar la inversión extranjera y profundizar la recesión económica.