El presidente de Chile, Sebastián Piñera, descartó renunciar a su cargo, aunque admitió por primera vez estar dispuesto a reformar la Constitución heredada de la dictadura de Augusto Pinochet, en un intento por acallar las protestas que se mantienen en las calles del país después de 20 días.
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El mandatario, que llevaba días en silencio, concedió una entrevista a la BBC de Londres, en la que afirmó que no dimitirá pese a las protestas marcadas por la violencia.
Al ser consultado sobre los llamados que se escuchan en Chile para que dimita, Piñera conservador contestó tajantemente: "No".
"Por supuesto que voy a llegar al fin de mi gobierno. Fui elegido democráticamente por una enorme mayoría de chilenos", afirmó.
La Constitución establece que si se produce una renuncia antes de que falten dos años para completar el mandato de cuatro años (cumple 24 meses en el poder el próximo mes de marzo), el presidente es remplazado por el ministro del Interior, quien debe convocar a nuevas elecciones.
Quien ganara esos hipotéticos comicios, asumiría hasta que finalizara el mandato original de Piñera.
En caso de una renuncia a menos de dos años, es el Congreso el que debe decidir el nombre del sustituto.
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Como una opción para desactivar la crisis, Piñera también se mostró por primera vez abierto a reformar la Constitución, que data de la dictadura (1973-1990).
Aprobada en 1980 en un cuestionado plebiscito, la Constitución fue un traje a la medida para que el régimen de Pinochet y los sectores conservadores pudieran mantener su poder, incluso más allá del fin de la dictadura, en 1990, y hoy es señalada como origen de las desigualdades y la distancia del mundo político con la sociedad chilena.
Su ideólogo Jaime Guzmán, asesinado por un comando de izquierda en 1991, instauró quorum altísimos para cualquier modificación de fondo de la carta magna, y estableció además una serie de "enclaves autoritarios", como senadores designados y la imposibilidad de remover a los jefes de las Fuerzas Armadas, un aspecto que recién en 2005 fue sacado de la carta fundamental tras un gran acuerdo político.
En un guiño al sector empresarial, Piñera anunció un paquete de ayuda a 6 mil 800 pequeñas y micro empresas afectadas por la crisis social y que han sido catastradas por el gobierno.
Violentas manifestaciones
Piñera ha encarado el estallido social con un paquete de reformas sociales, que incluyen un aumento de un 20 % en las pensiones básicas y una rebaja en las cuentas de la electricidad.
Removió a ocho de sus 24 ministros, incluido su jefe de gabinete y primo Andrés Chadwick, y a su ministro de Hacienda, Felipe Larraín.
Pero sus medidas no han logrado acallar las protestas ciudadanas que han ganado en violencia en las últimas jornadas.
Este lunes, después de un extenso feriado, fueron convocadas varias manifestaciones en el centro de Santiago y otras ciudades.
En Santiago, decenas de miles de personas se concentraron delante del palacio presidencial de La Moneda y en la céntrica plaza Italia, epicentro de las más grandes protestas, incluida la del viernes 25 de octubre, que reunió a más de 1.2 millones de personas.
*Con información de AFP