Cientos de hondureños ingresaron este miércoles al país en una nueva caravana migratoria en busca de mejores condiciones de vida en Estados Unidos.
Sin hacer caso a las barreras impuestas por el presidente Donald Trump con colaboración de los gobiernos centroamericanos, centenares emprendieron el viaje. Incluso, el recién juramentado presidente Alejandro Giammattei advirtió que serían muy exigentes con la documentación de menores de edad.
Unos 400 hombres, mujeres y niños se aglomeraron en Corinto, en la frontera de Honduras con Guatemala, unos 220 km al norte de Tegucigalpa.
Un oficial les pidió pasar a la oficina de Migración para registrarse antes de cruzar la frontera. Sin embargo, los migrantes rompieron el cerco de policías y lograron entrar a Guatemala.
Otros migrantes que llegaron después, desde San Pedro Sula, en grupos pequeños fueron que lograron ser retenidos por los agentes que les pidieron documentos.
Giammattei advierte
El presidente Giammattei expresó ayer que los acuerdos regionales permiten la movilización de los migrantes, pero advirtió que serán "extremadamente exigentes" con la documentación de los menores de edad para comprobar que viajan con sus padres o tutores.
El nuevo mandatario señaló que el canciller mexicano, Marcelo Ebrard, de visita en Guatemala, le aseguró que México "utilizará todo lo que esté en sus manos" para evitar el paso de la caravana.
Al menos, 54 adultos y 50 niños pernoctaron en la Casa del migrante, informó el padre Mauro Verzeletti. Esta madrugada continuaron su recorrido en búsqueda del sueño americano. Según indicó, se espera que durante este día lleguen unos mil migrantes que serán atendidos en dicho centro de asistencia.
Por una mejor vida
Wilmer Gabriel Benítez, de 30 años, iba con su hijo de 10 junto a otros cuatro hombres que no pudieron cruzar. "Vamos a esperar que vengan los demás" para cruzar en grupo, recomendó Benítez a sus acompañantes.
La vicecanciller hondureña, Nelly Jeréz, aseguró a medios locales que la nueva caravana es una forma que tienen los traficantes de personas "para ganar dinero".
Estimó que 108 mil hondureños fueron deportados en 2019 de Estados Unidos y México, más que en 2018, cuando fueron extraditados 75.000.
Con mochilas en la espalda, cerca de 1 mil personas, hombres y mujeres, algunos con niños en brazos y coches, se aglomeraron desde la tarde del martes en la estación de buses de San Pedro Sula, 180 km al norte de Tegucigalpa.
"Ya no puedo más, no tengo ni cama donde dormir", dijo a la AFP una mujer de 28 años que se identificó como Yoly Sabillón, originaria del departamento de Santa Bárbara, noroeste, y madre de tres hijos de 13, 7 y 3 años.
"No hay trabajo aquí, el gobierno nos tiene abandonados", se quejó Antony Gómez, de 26 años, oriundo de San Luis, también en Santa Bárbara, mientras acompañaba a Yoly con otros dos migrantes.