El presidente Donald Trump enfrenta este miércoles una jornada crucial, en la que espera ser absuelto en el juicio político en su contra, epílogo de un proceso que no le hizo mella.
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La Cámara de Representantes, de mayoría demócrata, sometió a Trump a juicio en diciembre, tras acusarlo de abuso de poder y obstrucción del Congreso.
Pero lejos de forzar su renuncia, como ocurrió con Richard Nixon en 1974, el actual mandatario estadounidense espera salir airoso.
Si bien el cierre del juicio político no significa el fin de las investigaciones de los demócratas en su contra, le otorga un impulso en su carrera por la reelección luego de un tumultuoso primer mandato.
Pese a que nunca tuvo cotas de aprobación superiores al 50 %, Trump registró su mejor guarismo en víspera del veredicto: 49 %, según Gallup.
Con una leal base en el ala derecha, que frecuentemente atiborra sus actos públicos, el presidente está convencido de que tiene la fuerza suficiente para volver a ganar.
A ello se suma el pasto que le dio el fiasco de la primaria del fracturado Partido Demócrata en Iowa el lunes, en el inicio de la carrera por la Casa Blanca, de las que todavía no hay resultados oficiales finales debido a fallas técnicas.
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Grieta política
La profunda división política del país fue patente la noche del martes, en ocasión del discurso anual del presidente sobre el Estado de la Unión, en el que se abstuvo de mencionar el juicio político.
Tras una alocución de una hora y 18 minutos, en la que Trump alardeó sobre el desempeño de su gobierno y proclamó "el gran regreso" de Estados Unidos, la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, rompió su copia del discurso.
El evento no había comenzado con menor hostilidad: cuando Trump ingresó al hemiciclo se negó a estrechar la mano de la líder demócrata, quien quedó con el saludo en el aire.
Los demócratas a menudo abuchearon el discurso e incluso varios se levantaron y se fueron.
*Con información de AFP