Cinco meses después de haber pasado por un toque de queda a causa de las protestas sociales, Quito vuelve a paralizarse por cuenta de las medidas oficiales de excepción que buscan contener la pandemia del coronavirus, que deja dos muertos y más de un centenar de contagiados en Ecuador.
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"Está totalmente restringido caminar por la vía pública", avisan los uniformados desde sus patrullas, a través de altoparlantes, a los transeúntes que no han acatado el estado de excepción que decretó el gobierno la noche del lunes.
"Diríjanse a sus casas por su seguridad", añaden los agentes de Control Metropolitano de Quito, que recorren la semiparalizada ciudad con las balizas encendidas.
La actividad es mínima en la capital ecuatoriana de casi tres millones de habitantes, al igual que en el resto del país.
Durante el día los comercios están cerrados, a excepción de supermercados y farmacias, solo circulan taxis y muchos trabajos se desarrollan en casa.
En la noche se activará el toque de queda, que faculta a los militares a resguardar el control en las ciudades y restringir algunos derechos, como el de reunión.
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Dificultad para movilizarse
A pesar de la falta de transporte, algunos empleados buscaban desesperados cómo llegar a sus puestos de trabajo cuando quedó vedada hasta la circulación de bicicletas.
"Es un poco complicado y también peligroso arriesgarnos a salir de casa", expresó a la AFP Jennifer Naranjo, de 26 años y que labora en una empresa de telecomunicaciones, un sector que debe operar por obligación.
Ante el virus, que en Ecuador se ha extendido a nueve de las 24 provincias, el presidente Lenín Moreno declaró el régimen de excepción como lo hiciera en octubre pasado por una convulsión social a causa de la eliminación de subsidios a combustibles, que dejó una decena de muertos y obligó a su gobierno a dar marcha atrás con ese ajuste.
Según Moreno, el COVID-19 podría infectar a unas 800 mil personas en el país, con 17.4 millones de habitantes.