Iana Novikova, una estudiante de filología y periodismo de 22 años rusa, que se encontró en medio de la pandemia en Shanghái, China, a poco más de 800 kilómetros de la ciudad de Wuhan, donde comenzó el brote del Covid-19, habló con Publinews Internacional sobre la situación en ese país y cómo sobrevivió a la cuarentena.
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¿Por qué fuiste a China en primer lugar?
Fui a un curso de un año de idiomas en la Universidad de Henan, en Kaifeng, gracias a un acuerdo que tiene la Universidad de la Amistad de los Pueblos de Rusia, donde estudio filología y periodismo, con algunas instalaciones de educación superior chinas.
¿Recuerdas el momento cuándo comenzó el brote de coronavirus?
Francamente, todo comenzó tan espontáneamente aquí, en China, que ahora es incluso difícil recordar todas las piezas de un rompecabezas sobre lo que pasó desde que el virus comenzó a propagarse. Fue a mediados de enero y estuve en Shanghái durante las vacaciones de invierno. Y un día, de la nada, todo el mundo se preocupó, se puso ansioso… Todos llevaban máscaras. Los anuncios en la ciudad y en las redes sociales no dejaban de decir que había “una epidemia en la ciudad, no salgan sin máscaras”. El brote comenzó durante las celebraciones de Año Nuevo, y aquí la mayoría de las tiendas, cafés y otros negocios cierra durante este período. Por lo tanto, todo comenzó a cerrarse exponencialmente. Fue el comienzo del estado de emergencia y cuarentena. Más y más chinos se quedaban siguiendo las noticias, la ciudad quedó completamente desierta en pocos días.
¿Había compras de pánico?
Los bienes que desaparecieron rápidamente fueron las máscaras de cualquier tipo: simples, médicas, con o sin filtros. Tan pronto como comenzó el brote fue posible encontrarlas solo en los grandes centros comerciales. Normalmente, las máscaras costaban entre 3 y 5 yuanes (0.4-0.7 dólares), pero durante la epidemia su precio subió de 10 a 15 yuanes (1.4–2.1 dólares), a veces más de 20 (2.8 dólares). En cuanto a los demás productos, el precio se mantuvo igual. Pero los cereales y las verduras desaparecieron rápidamente. A veces era difícil encontrar también carne.
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¿Tuviste miedo?
Estar aquí al principio fue muy aterrador, pero esta sensación de alguna manera pasó por sí misma. En términos de autodefensa y autopreservación los chinos son muy conscientes y cooperativos. Se les dijo: “Pónganse máscaras, lávense las manos más a menudo, protejan sus manos tanto como sea posible (usen guantes médicos), no se acerquen a las personas que estornudan y tosan, quédense en casa si es posible, limpien y ventilen sus lugares, tomen mediciones regulares de temperatura. Y en caso de los más leves síntomas de enfermedad, acudan inmediatamente al médico”. Y todos los ciudadanos lo hicieron.
¿Qué más aconsejaron las autoridades chinas?
Beber más agua caliente, porque elimina las toxinas del cuerpo; comer bien, dormir, mejorar la resistencia y no entrar en pánico. Además, se nos pidió que prestáramos especial atención a la condición de los niños y los ancianos.
¿Tuviste la oportunidad de salir del país?
Me quedé en China solo porque me dieron por error una visa X2, que da permiso para un estudio de seis meses en el país. Debido a eso, tuve que extenderla a principios de enero. Los estudiantes con una visa de un año podían salir del país. Pero para mí, las opciones eran demasiado drásticas: Volver sin posibilidad de continuar estudiando o quedarme aquí. Como la educación es importante para mí, decidí quedarme.
¿Te arrepentiste de esa decisión?
No puedo decir que me arrepintiera de esa decisión porque me siento segura y protegida todo el tiempo. Sabiendo sobre la pandemia ahora, si hubiera tenido la oportunidad de salir de China, habría dicho “no”. Porque, al principio del brote y ahora, cuando todo se está calmando, me siento segura. Aquí sé que si tengo el más mínimo síntoma o un resfriado común, llegará la ayuda. También me siento segura gracias a todas las medidas tomadas por los chinos y por su precaución en general.
Háblanos de la cuarentena…
Estuve en cuarentena cuando volví a Kaifeng. La universidad tenía una residencia casi vacía, así que estuve viviendo un tiempo sola en uno de sus pisos. Al principio era insanamente aburrido. Inicialmente, se planeó que me quedara solo 5 días, luego 14 y luego 21. Ya en el tercer día dos chicas (estudiantes) más que también regresaron a Kaifeng después de viajar aparecieron en mi piso. Este aislamiento fue forzado por la universidad, se creía que podíamos estar infectadas en las grandes ciudades y se suponía que el período de incubación del virus en ese momento duraba entre 14 y 21 días. Durante este período, me midieron temperatura tres veces al día. A veces tenía que bajar a la recepción y me rociaban con antiséptico de pies a cabeza.
¿Cómo pasabas el tiempo?
Con otras chicas, empezamos a dedicar más tiempo a nuestra salud, empezamos a hacer ejercicio… Descargamos películas e hicimos “tardes de cine”. Algunos estudiantes me dejaban libros, así que también leía mucho. Supongo que ese era todo nuestro entretenimiento. Había más tiempo para el autodescubrimiento y las charlas en general. Tal vez, gracias a esas conversaciones sobre la situación, sobre el futuro, sobre las esperanzas, nos mantuvimos fuertes.
¿Hubo algún problema?
La imposibilidad de cocinar tu propia comida y lavar la ropa en el dormitorio. Pero mis compañeros vinieron al rescate, trayéndome comida y mis pertenencias. Puede parecer extraño, pero eso es lo que pasó. La universidad no proporcionó ninguna comida, solo el espacio.
¿Qué está pasando ahora en China?
Ahora algunas tiendas y comedores han comenzado a abrir y sus horas de trabajo se han extendido. También en los restaurantes y cafeterías solo se puede comprar comida para llevar. Siguiendo las órdenes de las autoridades, el transporte público comenzó a funcionar y ahora hay más y más gente caminando por las calles. Por supuesto, todavía no está del todo tranquilo, pero, con cada noticia de recuperación y cambio de las estadísticas, la situación se está descargando gradualmente.
¿Temes a la segunda ola de Covid-19?
No he escuchado nada sobre la segunda ola, tampoco se habla de ella entre los chinos.
* Con información de Dmitry Belyaev.