Norteamérica celebra esta semana la entrada en vigor de su nuevo tratado de libre comercio, bautizado como T-MEC, sucesor del antiguo TLCAN y que se logró tras arduas negociaciones entre los tres países de la región (México, Estados Unidos y Canadá).
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El acuerdo, una promesa electoral del presidente estadounidense Donald Trump, entrará en vigor el miércoles, en medio de la crisis provocada por el nuevo coronavirus, que ha sumido al mundo en la peor debacle económica desde la Gran Depresión.
Pero a pesar de las incertidumbres que supone la pandemia, que ha alterado gravemente los intercambios y las cadenas de suministro, autoridades y expertos ven con esperanza el flamante T-MEC.
"Los lazos económicos de la región son más sólidos", dijo el lunes el jefe de la diplomacia estadounidense, Mike Pompeo.
"Cuando se despeje el panorama por la pandemia, nuestras empresas tendrán nueva claridad", dijo en una videconferencia.
Desde México, el presidente Andrés Manuel López Obrador, aseguró que el nuevo pacto traerá más inversión extranjera, más empleos y "bienestar" al país.
"Es muy oportuno porque estamos por salir de la pandemia y necesitamos reactivar la economía", dijo.
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El flujo comercial entre los tres países, que antes de la pandemia representaban cerca del 30 % del PIB mundial, alcanzó los 1.2 billones de dólares en 2019.
En Canadá, el primer ministro, Justin Trudeau, calificó la entrada en vigencia del acuerdo de "vital" para mantener el comercio "libre y justo" en la región.
"Millones de empleos dependen de una relación sólida y estable con nuestros socios", apuntó.
Fin del TLCAN
El T-MEC fue firmado por los líderes de los tres países norteamericanos el 30 de noviembre de 2018, tras arduas negociaciones iniciadas en 2017 a instancias de Trump, quien calificó el antiguo TLCAN de "catástrofe" para los intereses de Estados Unidos.
El presidente republicano, que busca la reelección en noviembre, celebró "el fin de la pesadilla del TLCAN" al promulgar a fines de enero el nuevo texto, cuya confirmación en el Congreso supuso idas y venidas por más de un año entre la Casa Blanca y la oposición demócrata, que exigía garantías de que México no incurriría en competencia desleal con los trabajadores estadounidenses.
El T-MEC conserva la mayoría de las medidas de libre comercio del TLCAN, pero presenta cambios notables para las reglas de origen de la industria automotriz, en particular que el 75 % de la producción debe tener insumos norteamericanos, y que entre el 40 % y el 45 % debe ser fabricado por operarios que ganen al menos 16 dólares por hora.
Aparte, el 70 % del acero y aluminio de un vehículo debe ser norteamericano.
Pero esas disposiciones no necesariamente asegurarían el regreso de las fábricas a Estados Unidos, como esperaba Trump. El Nikkei Asian Review informó el fin de semana que los fabricantes de automóviles japoneses están optando por pagar a los trabajadores mexicanos más, o incluso pagar más aranceles, antes que mudar sus plantas, lo cual sería más costoso.
*Con información de AFP