La tensión política en Bielorrusia ha aumentado desde las elecciones presidenciales celebradas el domingo 9 de agosto. Según los resultados oficiales, el presidente Aleksandr Lukashenko obtuvo el 80.1% de los votos y fue reelegido para un sexto mandato del puesto que ocupa desde 1994.
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El resultado provocó una serie de disturbios en el país en los que miles de personas fueron detenidas y, según los informes, decenas fueron torturadas. La violencia contra los manifestantes fue condenada por la UE y el resto del mundo. Por ejemplo, la canciller alemana, Angela Merkel, se mostró “particularmente atenta a las denuncias de abusos a prisioneros”, dijo a los medios Steffen Seibert, su portavoz.
Estonia, Lituania, Letonia, Polonia, Dinamarca y la República Checa también se han mostrado críticos con respecto a la situación en Bielorrusia y han pedido que se sancione al régimen de Lukashenko por sus represiones.
Otro llamado para detener la violencia vino de Sviatlana Tsikhanouskaya, la principal figura de la oposición bielorrusa, que tuvo que huir del país tras la derrota electoral. A través de un video, solicitó a la administración de Lukashenko que detuviera la violencia, mientras les pedía a sus seguidores que continuaran con las protestas pacíficas por lo que ella llamó “fraude en las elecciones presidenciales”.
“Necesitamos detener la violencia en las calles de Bielorrusia. Insto a las autoridades a detenerla e iniciar un diálogo”, dijo la líder de la oposición en una grabación transmitida por los medios locales.
Para obtener más información sobre la situación, Publinews Internacional habló con Saltanat Janenova, profesora de política pública y gestión en la Universidad de Birmingham, en el Reino Unido.
“El creciente ánimo de protesta y la desconfianza pública representan un serio desafío para la legitimidad del presidente y del gobierno bielorruso. Estos acontecimientos han demostrado que los bielorrusos, como nación, han cambiado: Ya no tienen miedo de hablar y exigir cambios; no están dispuestos a aceptar más el régimen autoritario”.
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Saltanat Janenova, docente en políticas públicas y gestión en la Universidad de Birmingham, en el Reino Unido
3 preguntas a…
Saltanat Janenova, docente en Políticas Públicas y Gestión en la Universidad de Birmingham, en Reino Unido.
- Cuéntanos sobre la situación actual en Bielorrusia…
Las protestas masivas contra el presidente de Bielorrusia, Aleksandr Lukashenko, se han llevado a cabo en la capital, Minsk, y en ciudades más grandes durante una semana después que se anunciaron los resultados de las elecciones el domingo 9 de agosto por la noche. Aleksandr Lukashenko, que ha gobernado Bielorrusia durante 26 años, recibió el 80% de los votos, según las autoridades oficiales.
Sin embargo, grupos de oposición y muchos bielorrusos afirman que las elecciones han sido manipuladas y los resultados falsificados. Todos los opositores de Lukashenko han sido destituidos: la líder del grupo de oposición, Sviatlana Tsikhanouskaya, abandonó el país justo después del día de las elecciones bajo amenazas de seguridad para los miembros de su familia, Victor Babaryko y Sergey Tikhanovsky están en la cárcel, y Valery Tsepkalo abandonó Bielorrusia antes de las elecciones.
Una vez que se anunciaron los resultados de las elecciones, los jóvenes bielorrusos salieron a las calles expresando su desacuerdo y pidiendo cambios democráticos. Los manifestantes fueron brutalmente reprimidos por la policía y los agentes del orden. Más de seis mil manifestantes fueron arrestados durante los primeros tres días de disturbios. Existe una creciente evidencia que circula en las redes sociales sobre golpizas, torturas y humillaciones por parte de la policía dentro de los centros de detención.
Lo que exigen son cambios democráticos, elecciones justas y una vida mejor para los bielorrusos.
- ¿Podría ocurrir una revolución de color en el país?
No creo que esto sea una revolución. Lo que observamos son disturbios masivos sin precedentes contra el presidente de Bielorrusia, así como contra la policía y los organismos encargados de hacer cumplir la ley. Aleksandr Lukashenko todavía cuenta con un fuerte apoyo de la población rural, los ancianos, los trabajadores agrícolas y los trabajadores de las plantas de fabricación. Aunque algunos trabajadores de las grandes plantas de fabricación de Bielorrusia, como Belarus Auto Factory (BelAZ), Minsk Automobile Plant (MAZ) y Minsk Tractor Works salieron a protestar pidiendo que se repitieran las elecciones, no fueron muchos en términos de cantidades.
Muchos bielorrusos simpatizan con los llamamientos de Lukashenko a la estabilidad a largo plazo, el recuerdo del hambre y la devastación durante la Segunda Guerra Mundial y el llamamiento a trabajar duro, pero estos ya no funcionan con la generación más joven. Al igual que en otros países autoritarios, la pandemia ha acelerado el descontento público en Bielorrusia causado por el creciente declive económico y la escasa capacidad del gobierno para abordar los riesgos de seguridad sanitaria.
- ¿Qué esperar?
Es difícil pronosticar las perspectivas para las próximas semanas y meses. Bielorrusia siempre ha sido un país pacífico y políticamente estable hasta los acontecimientos recientes. Dependerá mucho de los bielorrusos: si tolerarían el régimen autoritario por miedo a las represiones o seguirían exigiendo cambios, y durante cuánto tiempo podrían hacerlo. Dependerá de los actores internacionales: si la Unión Europea apoyará a los manifestantes e interferirá en la política bielorrusa y si Rusia apoyará a Bielorrusia a pesar de algunas tensiones entre Putin y Lukashenko. Y finalmente, dependerá del líder bielorruso: Cuál sería la reacción ante las continuas protestas.