En los últimos años, el país ha retrocedido en el Índice de Paz Global, que es elaborado por el Instituto de Economía y Paz y el Centro de Estudios de Paz y Conflictos. Hoy se celebra el Día internacional de la paz. A la fecha, el país se ubica en la casilla 115.
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¿Cuáles son los retos para alcanzar una paz como se esperaba en 1996?
Pasar del discurso a la coherencia con acciones concretas, con políticas que promuevan el desarrollo integral y la vida digna, porque esas son las condiciones propicias para que haya paz. Aunque la paz no se debe entender como ausencia de la guerra y acá es muy triste que se hayan olvidado de los Acuerdos de Paz. Es más, que estén enterrando la institucionalidad de la paz, como la Copredeh, la Sepaz, la Seprem, la Secretaría de Asuntos Agrarios… lo cual es un mal mensaje, que se puede decir que es “antipaz”, pues coadyuvaba en alguna manera, no era todo, pero son herramientas que disminuyen la conflictividad, sobre todo en los departamentos.
¿Cuáles problemas son los que se repiten que impiden alcanzar la paz?
El tema agrario y el desarrollo rural, que no se ha priorizado. Hay que recordar que se habla de tribunales agrarios, como, por ejemplo, por los proyectos extractivos de recursos naturales que en la gran mayoría no cumplen con el Convenio 169, que es en materia de derechos indígenas y está ratificado por Guatemala, en el que las empresas empiezan a invertir y la Corte de Constitucionalidad interviene y muchas veces suspenden, pero la responsable no es la Corte, hay una intención de malos empresarios que sabiendo lo inescrupuloso que son invierten con la complicidad de funcionarios y eso origina conflictividad. Aparte, no podemos olvidar que el abandono a la juventud en materia educativa, recreacional y laboral, por lo que no tiene oportunidad de desarrollo y muchos jóvenes se ven orillados a delinquir, luego se les criminaliza, pero el Estado no ha sido capaz de dotarles de condiciones.
También se debe hablar de la violencia contra la mujer porque se ha avanzado en justicia especializada, pero no se hace mayor acción en materia educativa de prevención y somos una sociedad que hay que reconocer que es machista y ese cúmulo de situaciones sumado a la crisis sanitaria del Covid-19, el escenario no es el mejor.
Hablar de paz hoy en el país, solo se puede hablar de una paz porque no hay persecución, de momento por asuntos políticos, como era en el pasado, donde el Estado utilizaba recursos públicos para reprimir a los que pensaban diferente, pero no solo con eso debemos conformarnos como paz, pero se necesita de una justicia independiente y si vemos integralmente la desobediencia de diputados de no elegir Cortes y postergan su votación, lo cual muestra que no les interesa tener una justicia independiente.
¿Cuáles instituciones del Estado son las que más incurren en no fomentar la paz?
Se había avanzado en el fortalecimiento de la Policía Nacional Civil (PNC), pero especialmente el ministro Degenhart se encargó de desarticular los avances de la PNC y la profesionalización; el Ejército, que lamentablemente hay una cúpula que se resiste a (evitar) las malas prácticas del despilfarro de dinero y falta de fiscalización como la intención de comprar aviones, el derroche de fondos, como los bonos al presidente Jimmy Morales es un mal mensaje a la ciudadanía, a pesar de que el Ejército está en la Constitución, pero lejos de mejorar, su imagen por el mal liderazgo se desacredita. A la vez, se debe recordar que el país está entre las naciones con mayores complicaciones en el tema del narcotráfico, lo cual no se puede obviar si hablamos de paz integral.
¿Cuáles deben ser las prioridades de los funcionarios para lograr la paz?
Apostar por solucionar los problemas estructurales que considero que son importantes: La desigualdad, pues la brecha entre ricos y pobres cada vez se agranda más; la discriminación y el racismo, seguimos siendo un Estado racista y no solo el Estado, toda la estructura de poder, pues hay que ver las cúpulas en las que no hay presencia indígena; y tercero, la corrupción porque le resta recursos al Estado para hacer lo que tiene que hacer para la paz, como políticas públicas, educación, empleo, evitar la migración brindando condiciones dignas a los ciudadanos, la desnutrición crónica, pero no son capaces de ejecutar el préstamo de Crecer Sano.
“Debemos aspirar a más, pero lamentablemente no se observa la luz al final del túnel, lo cual indigna”.