Europa aprobó este viernes la vacunación de niños de 12 a 15 años con el fármaco anticovid de Pfizer/BioNTech, en tanto Japón prolongó el estado de emergencia sanitaria en parte del país hasta el 20 de junio, un mes antes de las Olimpiadas de Tokio.
La comisaria de Salud de la UE, Stella Kyriakides, aplaudió la decisión de la EMA y recordó en Twitter que “más allá de las decisiones de los gobiernos, en última instancia, esta decisión deben tomarla los padres para sus hijos”.
Ante una pandemia que no cesa, los gobiernos de todo el mundo han apostado por la vacunación.
Pero este viernes, el director para Europa de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Hans Kluge, afirmó a la AFP que la pandemia no terminará hasta que “lleguemos al 70% de vacunación como mínimo” y lamentó que el porcentaje de vacunación en Europa siga siendo “demasiado bajo”.
Japón prolonga las restricciones
En Japón, donde la campaña de vacunación también está siendo muy lenta, el gobierno prolongó este viernes el estado de emergencia sanitaria en buena parte del país hasta el 20 de junio, es decir, un mes antes del inicio de los Juegos Olímpicos de Tokio, que se mantienen pese a las dudas que suscitan dentro y fuera del país.
“El número de casos ha bajado desde mediados de mes, pero la situación sigue siendo incierta”, dijo el primer ministro Yoshihide Suga, al anunciar la decisión.
Tokio y otros nueve departamentos del país, entre ellos Osaka y Kioto (oeste) deben respetar desde hace semanas este estado de emergencia, que prohíbe la venta de alcohol en bares y restaurantes y los obliga a cerrar temprano. La medida iba a expirar el 31 de mayo.
El gobierno japonés está siendo criticado por la lentitud en la vacunación (de momento hay menos del 2,5% de la población completamente vacunada) y por su insistencia en mantener los Juegos, que se celebrarán del 23 de julio al 8 de agosto y que muchos perciben como un factor de riesgo sanitario.
Sin embargo, los organizadores insisten en que los Juegos serán seguros y contarán con reglas estrictas.
Las encuestas muestran que la mayoría de la población japonesa se opone a su celebración, pero las protestas para pedir su anulación solo han reunido a unas decenas de personas.