Con las imágenes de la guardia fronteriza estadounidense montada a caballo persiguiendo a migrantes haitianos en la frontera todavía fresca en la memoria, la ONG Proyecto de Defensa del Inmigrante (IPD) denuncia la brutalidad y el control de los ciudadanos que ha generado la nueva apuesta por las “fronteras inteligentes”.
Drones, cámaras, tecnología biométrica, sensores de temperatura son ahora los nuevos muros para detectar la presencia de migrantes.
La mayoría de migrante huyen de la pobreza o la persecución política en sus países de origen para entrar en Estados Unidos.
¿Qué son fronteras inteligentes?
Las denominadas fronteras inteligentes son un concepto que nació tras los atentados del 11 de Septiembre de 2001 en Estados Unidos.
Suelen ser presentadas como una alternativa más humana a los muros físicos. Sin embargo, los gobiernos no han evaluado los daños que generan esas fortificaciones tecnológicas, alerta el informe.
El IPD, con sede en Nueva York, en colaboración con el Instituto Transnacional (TI), publicó este miércoles el informe “¿Fronteras inteligentes o un mundo más humano?”.
En el documento recuerda que el presupuesto del gobierno estadounidense para la vigilancia de las fronteras ha aumentado en más de 2.000% en menos de 30 años.
Los 1.200 millones de dólares destinados en 1990 a la vigilancia fronteriza pasaron en 2019 a 25.200 millones.
Un presupuesto que países como Australia, Brasil e Italia destinan a defensa, y supera el de países como Canadá, Israel, España o Turquía.
Buena parte de este presupuesto se destina a contratos de vigilancia con empresas privadas que a su vez tienen un papel importante en la financiación de las campañas electorales.
Mayor vigilancia
También ha incrementado la vigilancia de las personas que viven en las regiones fronterizas, a los trabajadores migrantes y las comunidades de inmigrantes en todo Estados Unidos.
Un simple teléfono con huella digital y el análisis de datos son armas para perseguir a las personas.
El informe agrega que mucha de esa tecnología de las fronteras se utiliza ahora para vigilar a los ciudadanos en general.
La disuasión, con la tasa de mortalidad que ello conlleva, la detención y la deportación son las nuevas armas para disuadir a la gente para que ni siquiera intente entrar en el mundo rico sin autorización.
“En vez de preguntarnos cuál es la mejor manera de blindar una frontera, necesitamos preguntarnos cómo creamos las condiciones que permitan a la gente quedarse en sus países”, dicen los autores.
Además, piden cambiar el foco y centrarse en crear mejores condiciones para las personas en los países emisores de migrantes, sobre todo de México, Honduras, El Salvador, Guatemala y Haití.