El papa Francisco, de 86 años, llegó el viernes a Hungría para una visita de tres días, que estará marcada por el drama de la migración en Europa y la guerra en Ucrania. Estaba previsto que el pontífice argentino se reuniera con la presidenta Katalin Novak y con el primer ministro Viktor Orbán.
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Francisco fue recibido por una multitud de creyentes en Budapest, la capital de Hungría. Un imponente dispositivo de seguridad se desplegó en la ciudad, con calles cerradas y vigilancia policial.
Tras su llegada, el Papa pronunció su primer discurso, en el que deploró el “triste ocaso del sueño coral de paz, mientras los solistas de la guerra se imponen” e instó a recuperar el espíritu de la paz europea y a abandonar los intereses propios. “Es esencial volver a encontrar el alma europea: el entusiasmo y el sueño de los padres fundadores, estadistas que supieron mirar más allá del propio tiempo, de las fronteras nacionales y las necesidades inmediatas, generando diplomacias capaces de recomponer la unidad”, subrayó. La política internacional actual, lamentó, está “retrocediendo a una especie de infantilismo bélico”.
Antes de su discurso, Francisco habló con Orbán durante unos 20 minutos a puerta cerrada. Para el jefe de gobierno húngaro, de 59 años, la llegada del pontífice es un éxito diplomático.
Condena la “guerra cruel”
Al contrario de sus vecinos, el gobierno de Hungría, un país fronterizo con Ucrania, quiso mantener los lazos con Rusia y evita criticar al presidente de ese país, Vladimir Putin. Tampoco acepta enviar armas a Ucrania. El Papa, en cambio, condenó sin titubeos la “guerra cruel” que se libra en Ucrania, aunque el Vaticano trata de mantener un diálogo con Rusia.
Hungría, además, ha sido duramente criticada por levantar vallas en sus fronteras y restringir la posibilidad de solicitar asilo en sus embajadas en el extranjero. El Papa, en cambio, es un ferviente defensor de los derechos de los refugiados y aboga por una repartición justa entre los países de la Unión Europea.
*Con información de AFP