El presidente electo de Guatemala, Bernardo Arévalo, dijo a la AFP estar convencido de que asumirá el poder el 14 de enero y gobernará sin miedo, tras haberse “bloqueado” el “golpe de Estado” que asegura fraguó la élite política “corrupta” guatemalteca.
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El Ministerio Público (MP), dirigido por la fiscal general Consuelo Porras, solicitó el retiro de su inmunidad, buscó cancelar su partido Semilla, acusó de anomalías al Tribunal Supremo Electoral (TSE) y consideró “nulos” los comicios.
Pero el TSE sostuvo que los resultados son “inalterables” y la Corte de Constitucionalidad (CC) ordenó hace una semana al Congreso “garantizar” la juramentación de Arévalo.
En entrevista exclusiva con AFP, al visitar Panamá el martes en una gira centroamericana, Arévalo habló de su futuro gobierno y de la ofensiva de la fiscalía tras ganar las elecciones.
La fiscalía no ha dado tregua. ¿Aún ve riesgos o está seguro de que asumirá la presidencia?
Estoy totalmente convencido. La fiscalía lo que ha hecho es fabricar casos, actuar sobre patrañas sin ningún sustento. Pero se dio la resolución de la CC y del TSE.
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Eso no quiere decir que no siga haciendo intentos, pero no tendrá éxito. No hay duda de que vamos a asumir.
El respaldo para el gobierno es amplísimo. Hay una convergencia de fuerzas en defensa de la democracia, determinada a hacer valer el resultado electoral e iniciar el cambio.
Es previsible que la arremetida continúe. ¿Cómo evitar la posibilidad de un “golpe de Estado institucional” o “militar”?
Un golpe de Estado militar sencillamente no está en ninguna parte en el escenario. El Ejército como institución ha estado totalmente fuera de la crisis política.
El golpe de Estado en cámara lenta que se venía dando ha quedado bloqueado con las resoluciones de la CC y del TSE. El golpe de Estado intentaba, por medios judiciales, lograr unas condiciones de alteración de la voluntad popular y el resultado electoral. La CC cerró el paso.
¿Cómo gobernará con minoría en el Congreso y fiscales y jueces que según usted responden a los corruptos?
Hay que recordar que es un Congreso sumamente fragmentado: 16 partidos se reparten las 160 curules. Trabajamos en la posibilidad de generar condiciones de gobernabilidad mediante una alianza amplia.
Pediremos la renuncia de la fiscal. Y habrá elección de jueces el año entrante.
Existirán dificultades, ya que estas élites político-criminales, al menos durante un tiempo, continuarán enquistadas en algunos poderes del Estado. Pero el respaldo con el que estamos llegando nos hace prever que tendremos una gobernabilidad para avanzar.
Si se le retira la inmunidad ¿teme un encarcelamiento? Y, dado que parece tener muchos enemigos, ¿teme por su vida?
Sobre un encarcelamiento, los casos que se han manejado desde la fiscalía son espurios, no tiene ninguna evidencia. De las amenazas que hay sobre un posible atentado físico, estamos tomando las medidas de protección necesarias para evitarlo.
¿Cuáles son los tres principales retos de su futuro gobierno?
Primero, lograr la gobernabilidad para avanzar en la lucha contra la corrupción.
Segundo, aplicar una estrategia de combate a la corrupción que avance de manera gradual, pero sostenida, para ir recuperando las instituciones del Estado y ponerlas al servicio de la población.
Tercero, empezar a lograr que las instituciones funcionen para generar un desarrollo en salud, educación, infraestructura, que dé respuesta a la exclusión, y que ha estado ausente porque la corrupción asaltó el poder público.
¿Cómo concretará su promesa de guerra anticorrupción?
Es un problema sistémico que requerirá actuar en distintos ámbitos del Estado y generar una cultura política social que rechace y combata la normalización de la corrupción.
Crearemos una comisión nacional anticorrupción que irá desarrollándose alrededor de esta estrategia para avanzar en la reforma política, judicial y del Ejecutivo, de las leyes de contrataciones, en evitar el clientelismo político.
Debe ser entendida como una lucha sostenida y gradual. No la vamos a terminar, la empezaremos. Es un esfuerzo que tomará tiempo.
Buscamos que no haya exiliados como operadores de justicia, periodistas o activistas políticos que se vieron obligados a dejar el país por los embates de esa estructura político-criminal.
¿Le preocupa un desencanto de la población, sobre todo indígena, si no se cumplen pronto sus expectativas?
Indudablemente es una enorme responsabilidad: Despertamos la esperanza del pueblo guatemalteco en la posibilidad de un cambio y de recuperar las instituciones para combatir la corrupción. Pero la gente sabe que tampoco es una tarea que se resuelve de la noche a la mañana.
Necesitarán pruebas de que existe voluntad real de llevar esta lucha, de que no nos rendiremos ante este pacto de corruptos y que empecemos a dar resultados en la gestión para el bienestar de la población.
Algunos analistas dicen que la ofensiva busca que gobierne con miedo ¿Qué piensa?
El miedo ha sido precisamente lo que estos grupos político-criminales han tratado de infundir en la población estos meses y no lo han logrado. Y ciertamente no lo han logrado en nosotros.
No entramos con miedo a esta gestión de gobierno; al contrario, entramos determinados y fortalecidos. Hemos encontrado un respaldo social generalizado. Si lo que esperaban era infundir miedo, han fracasado terriblemente.
En política exterior, ¿considerará establecer relaciones con China?
No vamos a dejar las relaciones con Taiwán, la vamos a mantener.
¿Qué espera de la comunidad internacional después del 14 de enero?
Su apoyo ha sido fundamental para defendernos de la intentona golpista. Esperamos que este respaldo se amplíe a la cooperación e inversión para el desarrollo del país.
¿Qué está en juego en Guatemala?
La posibilidad de realmente retomar la construcción de un Estado democrático. Comenzaremos un proceso para recuperar las instituciones públicas. Lo que está en juego es la democracia.