“En términos concretos no ha logrado coordinar con el bloque del partido que lo llevó a la presidencia. Esto generará dificultades para el Ejecutivo”.
Ayer se cumplieron seis meses del gobierno de Jimmy Morales. No es fácil hacer un balance general de este período. En especial porque el ejercicio del gobierno se ha desarrollado en un contexto políticamente y judicialmente intenso. La agenda pública está principalmente enfocada en los juicios en contra de exfuncionarios, las investigaciones que presentan el Ministerio Público (MP) y la Comisión Internacional en contra de la Impunidad (CICIG), y el diálogo nacional por la reforma constitucional en materia de justicia. Es decir, la agenda del ejecutivo ha sido desplazada y otros procesos han tomado importancia.
Morales llegó a la presidencia en medio de una crisis política que se desató en el proceso electoral. Crisis que fue capitalizada electoralmente por el partido FCN-Nación. Una débil estructura partidaria que presentó a un candidato que representaba “la nueva política”, en contra posición a los candidatos que provenían de la “vieja política”, que en ese momento estaba siendo rechazada. Morales mediáticamente simbolizaba la aspiración de “cambio” y los votantes lo percibieron de esa manera.
En términos generales, el presidente Morales fue electo con una estructura política muy débil, sin el apoyo de cuadros técnicos con experiencia en la administración pública. Eso se evidenció principalmente en las dificultades que tuvo para integrar su equipo de gobierno. Adicional a estas circunstancias, Morales asume la presidencia en un contexto de altas expectativas, y con una significativa restricción presupuestaria en el gobierno.
Durante este período ha primado en el ambiente una sensación de falta de rumbo y dirección en la conducción del Ejecutivo. El presidente Morales asumió sin un plan claro y definido. Esto contribuyó a que la ciudadanía sienta que el barco está un poco a la deriva. El Ejecutivo presentó, un poco tarde y a destiempo, el pan que tituló “El tren del desarrollo”. Una ruta de acción que busca la coordinación interinstitucional para atender las prioridades del gobierno. Una de ella es la desnutrición. Lo más llamativo es que la presentación del plan pasó desapercibida y no logró cambiar la sensación de falta de rumbo.
Otra de las áreas débiles de este gobierno es la política de comunicación. En alguna medida, la imagen del presidente se ha deteriorado debido a desafortunadas intervenciones públicas. Este desgaste va erosionando no solo la imagen del presidente, sino también debilitando el apoyo de la ciudadanía. Las intervenciones del presidente han sido, casi en su mayoría, criticadas en la opinión pública. Esto desde mi perspectiva se da por falta de orientación y claridad en la política de comunicación del gobierno. Si quieren que esta situación se revierta, deberán hacer cambios drásticos en la estrategia de comunicación.
Por otro lado, la administración del presidente Morales ha tenido una difícil relación con el Legislativo. En términos concretos no ha logrado coordinar con el bloque del partido que lo llevó a la presidencia. Esto generará dificultades para el Ejecutivo. Especialmente cuando este quiera impulsar una ley en el Congreso. Próximamente se discutirá el presupuesto para el 2017 y el Ejecutivo necesitará de operadores políticos y el respaldo de diputados. Aquí hay más preguntas que respuestas.
Sin embargo, en medio de esas dificultades considero que el presidente ha tomado algunas decisiones acertadas. Una de ellas fue sancionar las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos (LEEP). Otra es continuar y reforzar las acciones en contra la desnutrición crónica. Uno de los problemas socioeconómicos más tristes de nuestro país.
Los retos inmediatos para el presidente Morales son tomar el timonel del barco y la conducción política del Ejecutivo. No puede esperar a que la inercia administrativa de las instituciones sea la que marque el camino del gobierno. Necesita inyectar dirección y dinamismo en la implementación de las políticas públicas. Por otro lado, debe negociar sin un bloque de diputados el presupuesto para el próximo año. Y por último, atendiendo a uno de las demandas más sentidas en la sociedad, debe promover la transparencia. En síntesis: la evaluación de estos seis meses no es muy positiva. ¿Qué opina usted?