Opinión

Crisis en las contrataciones del Estado

La semana pasada el Congreso de la República instaló una mesa convocada por la Comisión de Transparencia y Probidad para crear una nueva ley de compras y contrataciones del Estado. Asimismo, el Organismo Judicial mandó una iniciativa para su modificación y el ministro de Finanzas comentó que esta semana enviará otra propuesta.

En 2015, a raíz de los escándalos de corrupción, se conformó una mesa similar en el Congreso, para realizar reformas a la Ley de Contrataciones del Estado (Decreto 57-92). Sin embargo, no fueron escuchados los usuarios, las instituciones públicas, ni algunos centros de investigación que advirtieron lo nociva que sería la nueva normativa.

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Debe velar por procesos abiertos, uniformes, preestablecidos, públicos, fiscalizables, objetivos y sencillos, donde prive y fomente la libre competencia.

La ley actual abarca una infinidad de temas, que va desde su objeto y ámbito de aplicación, autoridades responsables, disposiciones  presupuestarias, regímenes de adquisición –suministros importados, licitación, cotización, contrato abierto, compra de baja cuantía, compra directa, contratación directa, adquisición con proveedor único, arrendamiento y compra de bienes inmuebles, subasta electrónica inversa y adquisición por entes especiales–, mecanismos de publicidad, Guatecompras, comunicaciones y rendición de cuentas, precios e índices de referencia, Instituto Nacional de Estadísticas (INE), Dirección General de Adquisiciones del Estado, régimen sancionatorio, casos de excepción, el contrato, sus prórrogas y ampliación, la recepción y liquidación de pagos, seguros y garantías, enajenación de bienes del Estado, concesión de servicios públicos, inclusive impugnaciones y recursos administrativos.

Para el mediano plazo es imperativo discutir a nivel técnico, los diversos problemas conceptuales de la Ley de Contrataciones y leyes afines, especialmente con los equipos de las dependencias usuarias que representen mayor grado de ejecución y complejidad en tal materia. Esto con la idea de uniformizar, homologar y levantar procesos de contratación que resulten afines.

Por su parte, la Contraloría General de Cuentas deberá crear, recopilar y publicar manuales que contengan sus criterios respecto de la Ley de Contrataciones del Estado, basándose en el historial de su labor fiscalizadora. Lo que se pretende es que auditores y usuarios utilicen el mismo lenguaje, para así evitar sanciones. ¿Cómo lograr una buena ley de contrataciones? ¿Quién o quiénes debieran diseñarla? ¿Qué metodología podría tener el Congreso para no politizar una norma tan importante y tener resultados distintos?

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