¿Cómo analizar el contexto político que está primando en el país? Los actores políticos, económicos, sociales y de diversa índole coinciden en algunos aspectos para dar lectura a lo que estamos viviendo. Uno de los aspectos con más peso es interpretar los sucesos desde la dimensión de la lucha contra la corrupción, y cómo, bajo ese prisma, se entienden las acciones y decisiones de los actores.
En este sentido, se inserta el proceso de elección del próximo fiscal general del Ministerio Público (MP). Hubo en esta oportunidad una participación significativa de candidatos, comparada con la de anteriores convocatorias. Hay candidatos que reúnen no solo las cualidades, sino también las calidades que requiere el puesto, desde una perspectiva técnica-institucional y especialmente desde la dimensión contextual de los retos que tiene en este momento el MP.
Como dirían por ahí, hay materia para que la comisión pueda desarrollar una destacable gestión. El trabajo de la comisión no solo es técnico. No caigamos en la trampa. Hay una dimensión política que está marcada por los vínculos que los comisionados tienen con actores externos que están, indudablemente, interesados en influir en la elección. La clave está en identificar los vínculos e intereses que podrían representar los candidatos y hacer el nexo con los apoyos que tendrán de los comisionados.
Esta elección es uno de los aspectos que nos ayudan a leer la coyuntura política. Es una de las batallas más importantes que se está librando entre los actores proimpunidad y los que apuestan por la lucha contra la corrupción, y es uno de los elementos que determinan el rumbo del país y la región. Han sido reiterados los mensajes de actores externos sobre la importancia que tiene la lucha contra la corrupción en la política regional de Estados Unidos.
En síntesis, esta elección de segundo orden puede ser determinante para establecer el rumbo que tomará la lucha contra la corrupción y la impunidad. Los desafíos del próximo fiscal general estarán medidos por la línea de base que estableció la gestión de Aldana, por un lado, y por otro, en términos de cuán dispuesto y en qué sentido se dará la colaboración y el trabajo conjunto con la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG). Los esfuerzos, hasta el momento infructuosos, por quitar del tablero político al comisionado Velásquez muestran que los actores interesados en debilitar la lucha contra la corrupción no descansan y están buscando por varias vías ganar cada batalla, y la elección del fiscal es una de ellas.
Por otro lado, no perdamos de vista que hay una variable silenciosa que está agarrando cada día más fuerza, y que ayudará a explicar el contexto político de los próximos meses. Me refiero a la dinámica político-electoral. La incertidumbre que prima en el contexto ha provocado que olvidemos un poco esta variable.
Sin embargo, varios partidos y actores políticos están empezando a configurar sus estrategias para participar en el proceso electoral que se avecina. Las piezas en el tablero se están empezando a posicionar. Las principales dudas están alrededor de cuáles partidos se presentarán y cuáles actores políticos se perfilarán. Por ello, la clave de qué tanto avanzará la lucha contra la corrupción y la impunidad y cómo las acciones enmarcadas en esta dinámica afectarán a las estructuras políticas partidarias y a actores específicos ayudará a definir los horizontes electorales. Es decir, al final del día quiénes sobrevivirán a las acciones del MP y la CICIG, a las medidas que puede tomar el TSE en la fase de inscripción de candidatos, o a la aplicación del artículo de la Ley Orgánica del Organismo Legislativo (LOOL), que truncaría la reelección de los diputados tránsfugas, entre otras variables.
La continuidad y el cambio son el tira y encoje que marca la lucha contra la corrupción y la impunidad. ¿Qué escenario se configurará? ¿Hacia dónde tomará el rumbo el país? Estas son algunas de las preguntas más recurrentes en espacios de toma de decisión política, social y económica empresarial. ¿Qué podremos responder?