La cultura política democrática es pilar fundamental para la democracia. Los valores como la tolerancia, el diálogo, la transparencia y la participación, entre otros, deben ser parte de una cultura que cambie la forma en que nos relacionamos. No es nada fácil. Hay valores autoritarios muy arraigados en nuestra sociedad que moldean, por ejemplo, la forma en que se practica la política en el país.
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Algunos se dan por vencidos y señalan que la cultura autoritaria define el ADN de los guatemaltecos y que nada podemos hacer al respecto. Una actitud derrotista, poco esperanzadora y muy negativa.
Por el contrario, otros pensamos que sí es posible construir una cultura política democrática que transforme la manera en que se hace política. Una sociedad en la que el clientelismo, el nepotismo y la corrupción sean parte del pasado y que prevalezcan otros valores como la transparencia, la participación, la inclusión y el respeto.
“Por ejemplo, sabía usted que un 49% de los guatemaltecos apoyaría un golpe militar en un clima de ingobernabilidad y de alta delincuencia. Y que de este grupo de personas, la mayoría son jóvenes que no vivieron los golpes militares”.
El sueño de tener una Guatemala democrática y participativa entra en un contexto bastante complejo de crisis política. En donde todo lo relacionado con lo político está desprestigiado. El desencanto, la insatisfacción y el descrédito son las constantes que aparecen en todos los comentarios que se hacen sobre la política. Estoy de acuerdo. Los políticos con el ejercicio autoritario y discrecional se han ganado a pulso cada uno de los comentarios que se hacen en cualquier espacio en donde se hable de política.
No estamos solos en esta tormenta que azota a la democracia. Muchos países de la región latinoamericana también enfrentan los embates de las crisis políticas y de gobernabilidad que se han desatado en los últimos años. La mayoría vinculados a escandalosos casos de corrupción que desnudaron la realidad de instituciones débiles y sistemas políticos cooptados por mafias electorales que buscan beneficiarse, de manera descarada, de malversar los recursos públicos, y enriquecerse. Ejemplos abundan.
Por ello, estudios como el informe “Cultura política de la democracia en Guatemala y en las Américas” brindan elementos para identificar las áreas en las que tenemos que trabajar. No solo se necesita reconocer el problema, sino también detallar sus características y que ello nos permita encontrar las soluciones.
La invitación es a que explore y conozca un poco más de este estudio, que es parte de una serie de publicaciones que se han realizado desde 1993, y que nos permiten tener una radiografía muy precisa de la cultura política de nuestro país y compararla con otras naciones de la región. Es un esfuerzo realizado por Latin American Public Opinion Project (LAPOP, por sus siglas en inglés), United States Agency for International Development (USAID, por sus siglas en inglés) y la Asociación de Investigación y Estudios Sociales (Asíes).
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“El sueño de tener una Guatemala democrática y participativa entra en un contexto bastante complejo de crisis política. En donde todo lo relacionado con lo político está desprestigiado. El desencanto, la insatisfacción y el descrédito son las constantes que aparecen en todos los comentarios que se hacen sobre la política”.
Por ejemplo, sabía usted que un 49% de los guatemaltecos apoyaría un golpe militar, en un clima de ingobernabilidad y de alta delincuencia. Y que de este grupo de personas, la mayoría son jóvenes que no vivieron los golpes militares. Dato alarmante y muy preocupante. Los jóvenes no están valorando los avances democráticos que se han alcanzado.
Por otro lado, solo un 35% de los guatemaltecos dice tener confianza en los procesos electorales. Que solo un 14.6% de la población confía en los partidos políticos. Y que tan solo el 5.9% de los entrevistados manifestó simpatía con un partido político. Esto muestra la pérdida de confianza y credibilidad de la ciudadanía hacia instituciones pilares de la democracia, las organizaciones políticas.
Estos son algunos de los datos que usted puede encontrar en este valioso estudio. Hay otros sobre la vulnerabilidad, exclusión y migración en Guatemala; o sobre las percepciones de las instituciones. Se sorprenderá al saber cuáles son las instituciones que gozan de más confianza.
Lo más importante es que los datos del estudio permitan establecer una agenda de trabajo para fortalecer la cultura democrática en Guatemala. Desafío que deben asumir todos los sectores. Aquí no se trata de colores ni de posiciones. Promover la cultura democrática es construir democracia. ¿Qué opina? ¿Se anima a construir democracia?