En las elecciones del próximo año la ciudadanía puede jugar un papel muy importante. Una ciudadanía cada día más interesada, informada, crítica e involucrada en los asuntos públicos y preocupada por el rumbo que toman las instituciones públicas será la que juzgará y analizará las propuestas electorales. Este es un escenario muy positivo para el sistema democrático y la gobernabilidad del país, pero puede poner en aprietos a los partidos y sus candidatos.
Los partidos buscarán el apoyo electoral en un contexto muy complejo y diferente al que están acostumbrados. Muchos dirigentes partidarios piensan replicar las “tradicionales” estrategias de campaña y esperan obtener buenos resultados. Desconocen la manera en que las reformas electorales modifican y transforman la cancha en la que competirán los partidos y que la cultura política de los guatemaltecos se ha fortalecido y democratizado significativamente en los últimos años. No considerar esas premisas puede ser uno de los más grandes errores que las organizaciones políticas pueden cometer.
Las reformas en materia del régimen de medios de comunicación definirán reglas más igualitarias para el acceso a los espacios e cambiarán la forma en que los partidos promocionarán y presentarán a sus candidatos y programas de gobierno. Las organizaciones políticas tendrán que ser más efectivas en la transmisión y promoción de sus mensajes. En buena medida ya no tendremos esas campañas llenas de videos sin sustento ni mensaje ni canciones vacías. Las nuevas reglas ayudan a que los partidos sean más estratégicos en la definición de sus acciones de campaña. Tendrán poco tiempo y deberán aprovecharlo. Lo contradictorio era que antes los partidos grandes tenían espacio para desperdiciar y los pequeños, en muchas ocasiones, ni lograba espacios para promocionarse.
La ciudadanía puede exigir que los partidos en lugar de canciones presenten propuestas, en lugar de videos expongan sus programas. Las redes sociales son una herramienta útil y de primer orden para alcanzar ese objetivo. Aquellos partidos que tengan la capacidad de postular candidatos con habilidad para navegar en las redes, presentar mensajes y ser efectivos para trasladarlos y conectar con la población tendrán más posibilidades en la elección.
No estoy diciendo que los “me gusta” y los “retuits” se transforman en votos ni que las cuentas con más seguidores serán las victoriosas en las urnas. No se confundan. Estoy hablando de que cada día las redes sociales son plataformas más influyentes que los ciudadanos consultan para formarse opinión. No es la única fuente pero sí una de las más importantes en este momento. El desafío estará en que los cibernautas deberán tener criterios bastante precisos para poder diferenciar las campañas negras y de desinformación, llenas de calumnias y mentiras, de las reales y auténticas.
No está de más recordar los espacios de reflexión y discusión que los ciudadanos pueden organizar para escuchar las propuestas de los partidos. En 2015 los foros municipales y departamentales se incrementaron significativamente y eso permitió a los votantes conocer a los partidos y a sus candidatos. La ciudadanía puede innovar en crear plataformas para escuchar, consultar, cuestionar y ver debatir a sus candidatos sobre la manera en que ellos piensan atender los problemas que nos afectan. Queremos conocer la experiencia, capacidad y propuestas que presentarán. No aceptemos gorritas, pelotas, rifas ni regalos. Exijamos propuestas.
¿Ya se dio cuenta que los partidos se están preparando para la elección y la ciudadanía parece que está de brazos cruzados esperando las elecciones? Hay muchas formas en las que se puede impulsar una participación activa, fiscalizadora y crítica de la ciudadanía en el proceso electoral. Un voto reflexivo, consciente y responsable. La ciudadanía puede poner en “jaque” a los candidatos exigiendo, por ejemplo, propuestas reales, viables y concretas; desechando las promesas y falsas ilusiones que siempre tratan de vender. ¿Qué estamos haciendo para que eso suceda? Las elecciones se acercan y no me gustaría ver una ciudadanía pasiva y de brazos cruzados.