Opinión

La participación política

Los días pasan volando en medio de esta crisis política y se avecina el proceso electoral. Estamos en la antesala de una elección que entra en un contexto político muy complejo, que pondrá a prueba innovaciones institucionales derivadas de las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos -LEPP- aprobadas en 2016 en materias como el régimen de control y fiscalización, el nuevo régimen de medios de comunicación, el voto en el extranjero, la validez del voto nulo y otros elementos que le darán un matiz muy especial a la elección. A esto se suma la incertidumbre de las candidaturas y partidos que participarán. 

Este escenario incierto se hará más evidente en la elección presidencial y con menor intensidad en las elecciones de diputados y corporaciones municipales, en donde primarán en varios lugares el peso de las redes y estructuras clientelares afianzadas alrededor de caciques. 

Más allá de analizar los escenarios electorales me gustaría compartir con usted algunos elementos que motiven a la reflexión sobre la importancia que tiene la participación política, como una de las vías y estrategias para buscar salidas a este atolladero en el que nos encontramos. 

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No hay que darle más vueltas al problema de legitimidad y representatividad que tiene el sistema político en el país. La política ha sido capturada por estructuras partidarias que tienen el control de las instituciones públicas y, a través del uso o mal uso de los recursos públicos, se benefician y dejan por un lado los intereses y las demandas de la ciudadanía. 

Usted vea la situación en la que se encuentran las instituciones públicas y la prestación de los servicios públicos. La mayoría de ellos enfrenta serios problemas y no atiende las necesidades, cada día más crecientes, de una población que añora servicios públicos eficientes y transparentes. No estamos pidiendo nada más que un gobierno que se preocupe por la población. 

La crisis está agudizada por la falta de políticos comprometidos con programas, proyectos políticos e ideas, y la presencia de políticos que están preocupados por los negocios, los beneficios y los intereses propios. 

Por ello, la participación política, en los partidos y fuera de ella, resulta una variable importante. No hay de otra. La democracia se construye y cada ciudadano participando puede poner un ladrillo, o su granito de arena, como nos gusta decir. Transformar la idea de que la política es sucia y no sirve para nada es trascendental.

Necesitamos recuperar los espacios políticos, necesitamos ciudadanizar la política, democratizar la participación de las personas. La política importa e importa mucho más de lo que pensamos. Por ello, no caigamos en la trampa de continuar el desprestigio de la política. Esa dinámica nos ha encerrado en un círculo vicioso que tenemos que romper.   

Las elecciones del próximo año podrían ser un espacio para iniciar esa transformación. El país necesita partidos serios y responsables, que asuman el compromiso histórico y lean el contexto político, para impulsar políticos comprometidos con una política apegada a principios, valores, ideas, programas y proyectos. 

La responsabilidad no queda solo en los partidos y los candidatos que deseen participar, sino también en una ciudadanía que debe ver la democracia y la participación política más allá de las elecciones y los partidos. ¿Qué opina usted?

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