Sin mucha bulla, en medio de un contexto electoral con alta incertidumbre en la inscripción de candidaturas y sin propuestas viables, llegamos a la mitad del período de la campaña electoral, que para muchos ha sido bastante descolorida.
En menos de 45 días usted estará, si decide votar, en la urna electoral emitiendo su sufragio para elegir al presidente y vicepresidente, diputados distritales, de listado nacional y los del Parlamento Centroamericano, así como a los alcaldes municipales.
En el ambiente hay mucha indecisión. La mayoría de las personas con las que he conversado en los últimos días me indica que sí asistirá a votar, pero no sabe por quién. No conocen a los candidatos o no han escuchado sus propuestas.
Otros argumentan que las campañas son más de lo mismo, que los partidos terminan postulando a los mismos candidatos y que se sienten desmotivados porque las cosas, vayan o no a votar, van a seguir igual.
La indecisión está alimentada por varios factores. Uno de ellos es la incertidumbre que prevalece en la inscripción de las candidaturas. En este sentido, la elección presidencial es la que ha ocupado la mayor atención con los casos de Zury Ríos, Thelma Aldana y Sandra Torres.
También está el caso de Mario Estrada, quien fue detenido por la justicia de Estados Unidos y está, al igual que Mauricio Radford, fuera de la contienda, o el de Roberto Arzú, que tiene orden de captura y que podría quedar eventualmente fuera.
Lo complejo de esta elección es que a estas alturas de la contienda electoral aún no están definidas las candidaturas de quienes sí podrán participar y de los que no.
La Corte de Constitucionalidad (CC) tiene en sus manos los casos y debe resolver lo más pronto posible. Entre más rápido lo haga es mucho mejor para la democracia, el proceso electoral, los partidos, los candidatos y los votantes. Esto le dará mayor certeza y estabilidad al proceso electoral.
Por otro lado, los partidos y sus candidatos no han logrado conectar con la gente a través de sus campañas. La propaganda electoral es bastante simple, plana y desabrida.
La ausencia de propuestas concretas que nos digan el qué, cómo, cuándo, con cuántos recursos y en cuánto tiempo alimentan ese sentimiento desolador de los votantes que no ven esperanzas de cambio en el voto.
Las vallas, canciones y propuestas vacías sin sentido son los principales elementos de la mayoría de las propagandas partidarias. Las peores campañas políticas son aquellas que están vulgarizando y banalizando la política.
En estos casos los candidatos parecen que están jugando. Confunden la política con la farándula. Manejan su imagen como que si fueran artistas de cine.
La campaña no ha sido el espacio de encuentro de los candidatos con los votantes. Ese espacio en el que se discutan las propuestas que tienen los primeros para solucionar los problemas del país y que los segundos reflexionen a quién le darán el voto.
¿Se mantendrá o cambiará la tónica de la campaña? En esta parte final se intensificarán los espacios de debate con los candidatos a través de foros, entrevistas y actividades en los que los candidatos tendrán la oportunidad de presentar sus propuestas.
Los partidos redoblarán esfuerzos en sus estrategias de tierra con caminatas, marchas, mítines y visitas a los pueblos. En este contexto la estructura territorial es clave. Todos con el objetivo de conquistar el corazón de los votantes. ¿Lo lograrán? ¿Qué harán los candidatos para convencer al electorado?