Opinión

Siempre niño

Jesús Hermida dijo: “Procura que el niño que fuiste no se avergüence nunca del adulto que eres”.

El martes se celebró el Día del niño en Guatemala; sin embargo, también lo celebramos algunos que todavía consideramos conservar el espíritu de niño. En realidad, siempre he pensado que no debería ser necesario tener un día que nos recuerde qué hacer o qué conmemorar, pero tomando en cuenta que la memoria es frágil, recordemos por un momento qué es ser niño.

Una de las características más predominantes es la capacidad de sorprenderse con cada cosa que ve. Cada sonido, cada color, cada día es una puerta al descubrimiento. Quizás por eso vemos a los bebés tirar una y otra vez el mismo objeto, solo para ver cómo cae y escuchar el sonido que hace al caer.

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“El niño que llevamos dentro nos ayudará a ver la vida con ojos de sorpresa y a no temer, ya que sabremos que cada día es un nuevo reto que podremos superar”.

Es admirable la creatividad y la energía con la que despiertan cada día para ver cuál experimento hacen o qué tipo de mundo construyen con una caja de cartón y algunas colchas. Y cómo no mencionar la risa tan especial, que infunde esa inocencia y nobleza que los caracteriza.

¿Cuándo dejamos de ser niños? ¿Cuándo dejamos de disfrutar las pequeñas cosas que antes nos hacían felices?

Definitivamente, lo que hemos vivido nos ha hecho madurar, en ocasiones más rápido de lo que quisiéramos. Se nos ha endurecido el corazón, ya que más de alguien nos lo ha roto. Perdimos la razón para reír, ya que pensamos que hay más para llorar, y algunos vivimos pensando que todo tiempo pasado fue mejor. Si lo vemos fríamente, generalmente lo que añoramos es justamente nuestra niñez.

Todo ello hace que nuestro niño se vaya desconectando de nosotros para tomar posesión el adulto que la sociedad muchas veces nos exige. Cuántas veces nos dijeron: “¿Cuándo vas a crecer? ¿Cuándo vas a madurar? ¡Ya es hora que sientes cabeza!”

Tener espíritu de niño no significa necesariamente andar por la vida sin cumplir con nuestras obligaciones o tomar las cosas a la ligera y reírnos de todo.

En mi opinión, una cosa es madurar y otra es negar al niño que todos llevamos dentro. Estamos tan pendientes de ser prósperos y exitosos que nos olvidamos que hay alguien dentro de nosotros que nos pide a gritos volver a reír a carcajadas, sin preocuparse de las arrugas o de ensuciase los pantalones al sentarse en el suelo a jugar.

Ese niño nos da la oportunidad de ver las cosas desde un punto de vista positivo, siempre vislumbrando la salida al final del túnel; nos ayuda a reírnos de las cosas pequeñas e incluso de las bromas, y es capaz de volver cualquier tarea cotidiana y rutinaria en algo innovador y entretenido.

En vez de pasarnos el día buscando el secreto de la felicidad, deberíamos tomarnos un tiempo para preguntárselo a quien vive dentro de nosotros, dándole la oportunidad de relucir. Los beneficios de conectarnos con nuestro niño interior son muchos, comenzando por la habilidad de crear, de imaginar, de admirar y sobre todo de amar sin condiciones.

El niño que llevamos dentro nos ayudará a ver la vida con ojos de sorpresa y a no temer, ya que sabremos que cada día es un nuevo reto que podremos superar. Vuelve a ser niño de vez en cuando, sin importar el qué dirán.

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Tienes toda la fuerza, la energía y la motivación que necesitas, solo tienes que escuchar al niño que hay en ti.

¡Feliz vida de niño!

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