Opinión

“Tiempo para reconectar, mente y corazón”

Por: Mayra Gabriel

En estos días, que he estado quedándome en casa, he tenido la oportunidad de entretenerme y hacer muchas cosas. Sobre todo, ordenar y preparar mis escritos, que pronto serán públicos. Bueno, ya algunos se han publicado y espero que este también. Al fin y al cabo, según yo, escribo para enseñar.

Casi nunca tengo el tiempo para estar y disfrutar como realmente se puede estar y sentir en casa.

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Entre tanto mensaje que recibo, entre tanto sentimiento que tengo, entre querer sentir cerca a los que están lejos… Entre tantas ideas que me dan vuelta en mi cabeza, desde ayer estoy sintiendo que deseo compartir algo. Quiero compartir un sentimiento de reflexión, de reconexión, de creer que estos días pueden ayudarnos a regresar a nuestro centro de paz y tranquilidad.

Soy emprendedora, desde que tengo uso de razón. La vida me dio la oportunidad de prepararme, tanto académicamente, gracias al apoyo de mis papás, como profesionalmente y poder trabajar desde que salí del colegio. No me quedaba solo con lo que había. Siempre estaba buscando qué más hacer y qué nuevo negocio poder realizar, muy inquieta en todo sentido.

Todo esto y mi profesionalismo como mujer, además de tener los principios y valores que mis papás me inculcaron de honradez, sencillez, puntualidad, hablar con la verdad, ser honesta conmigo misma y no hundir ni humillar a nadie para sobresalir me han hecho ser la mujer que soy hoy.

La situación que estamos viviendo en el mundo es impresionante.

Me pongo a pensar en todos aquellos empresarios pequeños, medianos o grandes que, como colaboradores, gerentes o directores, no tienen tiempo de parar. No tienen tiempo de reflexionar, no tienen tiempo de reconectarse con su ser, con su alma, con sus principios y valores. Viven en pura teoría y no logran llegar realmente al sentimiento que la práctica da.

Cuántas personas hay, en el día a día, que por su trabajo y la responsabilidad que llevan encima, no se permiten sentir la verdad o la mentira que los rodea. Porque vaya que hay tantos lobos vestiditos de ovejas finas, que son tan astutos, que se aprovechan de esa sensibilidad e inexperiencia profesional, de jefes que pueden manipular astutamente. Y no digamos los estrategas con doble discurso, que son los que tienen un montón de títeres a su servicio y que no dan la cara más que cuando hay aplausos por recibir.

Estos son días que podemos tener de reflexión para darnos cuenta si estos lobos o estrategas han creado un círculo donde nos hemos vuelto tan insensibles, tan poco humanos, que nuestros compañeros de trabajo, con rangos menores, ya ni se nos pueden acercar con la sencillez y humildad de antes, pues, sin darnos cuenta, nos hemos convertido en intocables, vanidosos y soberbios, donde el miedo es tan fuerte por no poder hablar claro que se antepone a la verdad.

Cuántos profesionales preparados académicamente, algunas veces con experiencia y la madurez que corresponde, pero otras, con todo lo contrario. Y se pierden, anteponiendo sobre las personas al “señor don dinero”.

Quisiera creer, y de corazón lo digo a muchos que los han convertido en esto, que es el momento de compartir en familia, con la mente y corazón puestos. Que es el momento de reconectarse con los valores originales, donde la familia es lo más importante. Donde la verdad debe prevalecer por encima del miedo. Donde las personas que, constantemente, nos lustran el ego para que no estemos conscientes de la verdad, de la realidad, puedan ser identificadas y puestas en su lugar. Donde podamos vivir, reconocer y aceptar que después de Dios, lo más importante son las personas.

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