Opinión

¿Estamos listos para regresar a la “normalidad”?

“No obstante, independientemente de lo que suceda, es importante que personalmente no relajemos las medias de prevención”.

La respuesta a la pregunta del título de esta columna no es un simple si o no. No se debe responder sin analizar las diferentes aristas y variables que están involucradas en la dinámica que estamos viviendo con la pandemia del Covid-19.

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Está claro que no podemos vivir para siempre con las medidas de restricción y confinamiento. La experiencia de los países que han tenido éxito en los procesos de reapertura de la economía y el regreso a la llamada “normalidad” muestra que al menos hay tres variables que es importante considerar. Una es que los gobiernos establezcan planes claros, entendibles y escalonados de reapertura; que las personas cumplan y respeten las medidas implementadas; y contar con información fiable para tomar decisiones y orientar las decisiones de política pública.

El gobierno ha tenido momentos muy desafortunados para comunicar las medidas adoptadas. Eso sucedió cuando cerró el país por unos días o cuando anunció la restricción vehicular, o las restricciones de movilidad a nivel nacional. Estos aspectos han carcomido la credibilidad del presidente y sus mensajes cada día son menos escuchados y la ciudadanía les está restando importancia.

“No obstante, independientemente de lo que suceda, es importante que personalmente no relajemos las medias de prevención”.

Si el gobierno desea que las medidas para la “reapertura” y el regreso a la “normalidad” sean efectivas, debe ponerle mucha atención a su estrategia de comunicación. Necesitamos mensajes claros, directos, comprensibles y fáciles de compartir; además, con pertinencia cultural, que va más allá de simplemente traducir la comunicación a idiomas indígenas. La efectividad de las medidas también radica en una efectiva coordinación entre todos los actores institucionales, sociales, políticos y económicos que estarán involucrados en la ejecución de las nuevas medidas. El presidente anunció que utilizará un semáforo para monitorear el comportamiento de algunas variables y en función de ello determinar las medidas de restricción y confinamiento. Lo peor que puede pasar es que un relajamiento de las medidas provoque más desorden y descontrol.

En este sentido, una de las preocupaciones de “regresar a la normalidad” es que las personas no cumplan ni sigan los protocolos y las normas establecidas. No es secreto que la cultura de legalidad en la sociedad es muy débil. Siempre andamos viendo cómo nos saltamos las leyes y la persona que lo logra es bien “chispuda”. El costo humano de llevárnoslas de los “pilas” y “listos” puede ser muy alto.

Por otro lado, una de las variables de riesgo es el frágil sistema de salud. El confinamiento temprano no sirvió para fortalecer la capacidad de respuesta de este sistema. Una ineficiente y baja ejecución de los fondos extraordinarios para este propósito nos coloca en una situación complicada. Se retorna a la “normalidad” con un sistema colapsado y este regreso con mucha probabilidad provocará un significativo incremento de contagios que no podrán ser atendidos de manera adecuada en los hospitales.

El próximo domingo conoceremos las disposiciones presidenciales para el regreso a la “normalidad”. No obstante, independientemente de lo que suceda, es importante que personalmente no relajemos las medias de prevención. Evitemos estar en lugares cerrados con poca ventilación o lugares muy concurridos, el contacto cercano con otras personas y, desde luego, debemos usar mascarilla y lavarnos constantemente las manos. ¿Estamos listos para regresar a la “normalidad”? ¿Qué opina usted?

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