1. Polvando la polvareda. Del polvo venimos. Hacia el polvo vamos. Polvos mágicos. Leche en polvo. Polvos de tocador. El polvo del camino. Polvo de estrellas. El descuido que en el polvo se acumula. Polvos blancos que no son harina. Polvos que sin protección despeñan vida. Polvos que cuando se muerden matan. En polvo te convertirás, aunque de polvo hayas sido siempre.
2. Pedreros. Hay gente que solo cultiva piedras. No para que las dome el río ni para que las horade la gota pertinaz. Los labradores de rocas son aquellos que instigan el derrumbe artero. Los traidores que propician el tropiezo de necios e incautos. Los que, cuando apedrean inclementes a sus víctimas, jamás están libres de pecado.
3. Muertos sin tumba. La desaparición es la peor variante del secuestro, porque implica un asesinato. Pero un asesinato en las sombras. Un asesinato en ningún sitio. Y también algo que termina siendo incluso peor: Un duelo sin resolver, con la remota y lacerante esperanza de que el desaparecido vuelva. Es decir, muerte sin muerto. Lo que equivale a la certeza de lo incierto. Una de las mayores iniquidades que se concretan al distorsionar maliciosamente los hechos es ignorar estas historias. Si la incertidumbre por la pandemia nos tiene en desasosiego, imagínense aquella de no saber ni cómo ni dónde acabó la vida de un ser querido. Aquí hay miles de casos así. El último famoso quedó en la impunidad. Igual que los otros.
“Si la incertidumbre por la pandemia nos tiene en desasosiego, imagínense aquella de no saber ni cómo ni dónde acabó la vida de un ser querido”.
4. Las palabras que se llevan al viento. Los árboles serenos se asoman por mi ventana. Aspiro a alcanzar su quietud. Sea con sol o bajo el aguacero. Los árboles parecen impasibles, pero no lo son. Su sensibilidad florece y le da cobijo a los seres alados. El colibrí que hoy visita la rama para leer los testimonios efímeros y eternos del viento, rejuvenece al colibrí que merodeaba por esa misma rama años atrás y le devuelve, en su batir de alas, lo eternamente efímero de ese ulular del viento que en cada estoico árbol va dejando su historia.
5. Dios con nosotros. Hoy pareciera que los malos toman la ventaja. Sucede otra vez en esta repetida necedad. Lo hacen exacerbando la desventaja para todos los demás. Suelen ser creyentes esos malos tan malignos. O por lo menos lo proclaman. Y en eso radica su inminente infierno. Ese que ya viven, asediados por los implacables ángeles del destino. El justiciero destino que jamás perdona.
Esos malos malosos y maleantes caerán en su propia trampa. Y sufrirán en el más aquí y en el más allá. No importa si alaban cuando lavan o si se excomulgan cuando no promulgan. Hasta pueden predicar desde su propio predicamento. Temerle a la muerte es humano. Lo inhumano es no temerle a la vida. Aquí se paga todo. Y con una cuarta más.
6. Patología nacional de amplio espectro. Un enfermo en estado crítico ve cercano su fin, aunque espere salvarse. Una crítica sin fin no se salva porque es enferma.
7. Yo nunca estuve aquí. He decidido irme de mí mismo. Es mi derecho. Tal vez mi único derecho personal e inalienable. Y lo haré aunque me cueste caro. Aunque me muera de hambre. Lo haré para vivir. Me nutriré de lo que venga y también de lo que deje atrás. En esta guerra contra reloj, a la que arribo puntualmente tarde, la única tregua posible es el júbilo de la melancolía.