La vida nos brindó la valiosa oportunidad de presenciar una de las elecciones más interesantes en los últimos tiempos. Es normal que los procesos electorales generen tensión, esperanza, motiven y despierten pasiones alrededor de los partidos y los candidatos. La contienda política que han disputado Joe Biden y Donald Trump, candidatos del Partido Demócrata y del Partido Republicano, respectivamente, no ha sido la excepción.
En este caso, la reelección de Trump se caracterizó por varios factores que pintaron una elección, que algunos analistas políticos llaman atípica, pero que, sin lugar a duda, configuró un escenario político muy complejo. En circunstancias y condiciones “normales” el presidente que está ejerciendo funciones tiene ventajas comparativas frente a sus competidores. La regla “no escrita” es que con mucha probabilidad los presidentes que buscan su reelección la logran sin mayores complicaciones.
No obstante, Trump enfrentó una elección marcada por varios aspectos que están, hasta el momento, arrebatándole la posibilidad de continuar cuatro años más al frente de la Casa Blanca y rompiendo de alguna manera con la regla no escrita. Los análisis apuntan principalmente a que las políticas y las acciones que tomó frente a la pandemia del Covid-19 se constituyeron en uno de los factores de peso que debilitaron políticamente al presidente Trump. Otro de los aspectos que influyó significativamente fue el ambiente tenso y polarizado que se generó, entre otros factores, derivado de problemas estructurales de discriminación y racismo.
Los resultados de las encuestas electorales perfilaban un escenario muy sólido para Biden. Se anticipaba una victoria bastante holgada en varios de los estados. Sin embargo, sucedió todo lo contrario, estamos en una situación en la que el futuro se está decidiendo por una estrecha diferencia de votos en un par de estados, que son los que en últimas le pueden dar la victoria a Biden o a Trump. Hay un fuerte cuestionamiento a las encuestas y a los aportes que pueden brindar para analizar la dinámica electoral.
Los principales análisis apuntaban a que Trump salía mal evaluado, con fuertes críticas y que estaba sentado en la silla de la decepción y la desesperanza de muchos de los estadounidenses, que estaban dispuestos a apoyar un cambio en la presidencia. Algo sucedió que los análisis y las encuestas o sobreestimaron este factor o no tuvieron la capacidad de medir que, a pesar de las críticas y cuestionamientos, Trump guardaba un fuerte apoyo electoral. La elección deja un país dividido.
Otra de las características que marca esta elección es la masiva participación que se dio incluso antes del día de la elección. Los estadounidenses se acercaron a las urnas presenciales a votar o bien lo hicieron por correo. Según los registros, más de 100 millones de estadounidenses votaron de manera anticipada, tanto presencial como por correo, lo que marca esta elección como la de mayor participación en la historia.
El resultado de este particular proceso electoral no solo importa a la ciudadanía estadounidense, sino que es una elección que tiene implicaciones en la dinámica política, económica y geoestratégica del mundo entero. No digamos, las implicaciones que tiene para la región centroamericana y especialmente, lo que a nosotros nos importa, en Guatemala.
En este sentido, no podemos dejar por un lado que el escenario electoral de Estados Unidos puede marcar las tendencias que se adoptarán en materia de la lucha contra la corrupción, el crimen organizado y narcotráfico, la migración y la dinámica económica. Recordemos que es nuestro principal socio comercial. Por ello, esta elección ha despertado mucho interés a nivel nacional y hay varios actores que están a la expectativa del resultado electoral.