Marina es una ama de casa de 54 años que tiene siete hijos. Su objetivo más importante es juntamente con su esposo sacar adelante a sus patojos. Ambos buscan un mejor futuro para su familia. Ella, aunque no terminó la secundaria, aspira a que sus hijas se gradúen de diversificado y tengan una profesión. Antes de la pandemia de Covid-19 era responsable del funcionamiento, aseo y abastecimiento de su casa, y además trabajaba en distintas casas haciendo limpieza. Pero luego dejó de laborar y se dedicó a cuidar a sus nietos, pues sus hijas tenían que trabajar. “Me hace falta el dinero, pero mis nietos son lo más importante y ahora me necesitan”, me decía recientemente.
Como la de Marina, hay muchas historias de mujeres en Guatemala y en otros países. Por miles de años, las sociedades les han dado a las mujeres muchas responsabilidades en el hogar y pocas veces se enfocan en su desarrollo personal. Cultura que en varios ámbitos ha marginado a las mujeres en asuntos económicos, políticos, laborales y profesionales.
Los movimientos por los derechos de las mujeres surgen a raíz de la Revolución Industrial, los cuales se organizaron para reclamar mejor trato de trabajo y no explotar a los niños. Hoy se celebra el Día internacional de la mujer en conmemoración de la marcha del 8 de marzo de 1908, en la que 15 mil mujeres tomaron las calles de Nueva York exigiendo un aumento de sueldo, menos horas de trabajo, derecho al voto y prohibición del trabajo infantil. Muy significativo su eslogan “Pan y rosas”; el pan representaba la seguridad económica, y las rosas, una mejor calidad de vida.
Más de un siglo después se puede afirmar que en muchos países las oportunidades para las mujeres han aumentado enormemente, especialmente en su participación en la política, los negocios y las instituciones. Por ejemplo, en Guatemala ha habido mayor apertura; por tres periodos consecutivos se ha tenido una mujer como fiscal general. También se ha contado con presidentas en las distintas cortes. Aunque es de resaltar que hay poca representación en el Congreso (menos del 20%), solo hay dos ministras entre los 14 ministerios, y en las organizaciones empresariales no llega ni a una de cada 10. Hay más participación de mujeres en organizaciones no gubernamentales. Algunas buscan causas de derechos por las mujeres y los niños, otras por temas específicos relacionados con la mujer, muchas desean tener una mejor comunidad y otras un país distinto. Hay muchas en la economía informal que día a día se esfuerzan desde sus pequeños negocios y otras que trabajan arduamente por el bienestar de la familia.
En los países desarrollados las mujeres participan cada día más en las empresas y en la política. Muchas planifican su vida más allá de ser amas de casa y madres. En varios hogares se logra un acuerdo de cómo dividirse el trabajo doméstico, el número de los hijos a criar y el desarrollo profesional de ambos.
Discrepo de los movimientos recientes de mujeres que usan la violencia, pintas en iglesias y destrucción del patrimonio para hacer notar su causa. Nuestra naturaleza es de diálogo, determinación y negociación. Luchadoras, tenaces y trabajadoras; no destructoras, abusivas e insolentes. Es importante proponer y convencer, y no imponer.
Duele que muchas niñas y jovencitas son abusadas en sus hogares, varias quedan embarazadas y son explotadas hasta por sus mismos parientes. Luego, la mayoría, cuando forma una familia, sigue siendo abusada emocional, física y económicamente, lo que impide que sean felices y tengan una vida digna. Lamentablemente, varias hasta pierden la vida.
Definitivamente, un nuevo rol de la mujer en Guatemala puede transformar el país. Falta sabiduría, conciencia y energía femenina. Imperante romper con el círculo del machismo que margina a las mujeres en distintos ámbitos; partiendo en casa, replicándose en la escuela, reafirmado muchas veces en el trabajo, plasmado en leyes y consolidado en la sociedad. Tarea ardua, pero importante.
Debemos cambiar las creencias, actitudes y acciones de los guatemaltecos. Es fundamental educar tanto a las niñas como a los niños y predicar con el ejemplo. Considero que lo más importante para que una niña o jovencita se desarrolle es contar con buena educación, diseñar un proyecto de vida y alcanzar sus sueños -personales, profesionales y familiares-. Valores como la autodeterminación, la valentía, el coraje y el compromiso son vitales. La autoestima, seguridad personal e integridad deben cultivarse. Es imperativo que las mujeres logren ser independientes económica y emocionalmente; y a futuro, junto con su pareja, determinen los hijos que desean tener y cómo se van a organizar en su vida familiar y laboral.
Un saludo muy especial a todas las mujeres de Guatemala. Es de recordar que, aunque hoy se hace más visible por ser el Día internacional de la mujer, todos los días hay que celebrar el ser mujer, el participar para obtener mejoras y trabajar por el bien común. Hagámoslo con pasión, alegría y amor. ¡Felicidades! ¿Cómo acabar con el machismo? ¿A qué mujer admira y por qué? ¿Qué acciones puede usted hacer para lograr una sociedad más incluyente?