Tantos eventos mediáticos en el continente y en Guatemala que el enfocarse en el mediano y el largo plazo es complejo. Pareciera que tenemos una crisis de futuro y estamos constantemente reaccionando ante cada situación que emerge, sin rumbo ni sentido. La tecnología y la comunicación del siglo XXI, por medio de las redes sociales, hace posible prácticamente vivir cada instante y evento local y mundial. Sin embargo, también nos bloquea, engancha, enoja y se pierde la visión.
La pandemia de Covid-19 aún es una gran amenaza para la población mundial. El acaparamiento de vacunas de algunos países desarrollados no ha permitido el acceso a los más vulnerables. Además, muchos gobiernos no tienen la infraestructura ni la logística para llevar este servicio a sus habitantes. El tema se ha convertido en un asunto político; en vez de unir, divide. Ha sido difícil comunicarse con la población, llegar a los lugares muy lejanos y convencer a la gente de que se vacune. La situación a generado descontento y turbulencia, especialmente en Latinoamérica.
Preocupa la situación en Colombia, donde hay un enfrentamiento en la calle, violento, con dificultades para dialogar. De una propuesta de reforma tributaria del gobierno pasaron a la agresión, la violencia y el vandalismo de manera inconcebible. Enfrentan un gran desafío, ya que por varios días ha habido una lucha que pareciera no tener fin. Un país que había aprendido a lidiar con una situación tan compleja como el narcotráfico hoy tiene que vivir de nuevo una agitación exacerbada luego del intento de vivir en paz.
En Chile van a diseñar una nueva constitución por medio de una convención de ciudadanos electos. Quién iba a decir que siendo el país con mayor progreso económico y combate a la extrema pobreza hubiera tanto descontento en la población. La incertidumbre que genera esta situación política puede complicar el desempeño económico del país, que luego las nuevas generaciones lamentarán. Será un verdadero laboratorio de la democracia lograr consensos entre 155 integrantes, con poca representación de los partidos tradicionales, 48 independientes, 17 escaños para los pueblos indígenas y con paridad entre hombres y mujeres, además que tienen menos de un año para su redacción.
Y, próximamente, el 8 de junio, el Perú tendrá que escoger entre dos candidatos a presidentes de ideologías extremas. Me decía un peruano que tendrán que escoger a quien menos mal le haga al país. Triste porque el Perú llegó a ser un excelente ejemplo en la región. Luego de que sufrió un terrorismo interno hace varias décadas, salió adelante hacia la senda del desarrollo. Su creatividad culinaria ha sido de talla mundial y a pesar de varios gobiernos de diferentes partidos políticos en los últimos años se logró relativa estabilidad económica y la democracia.
Hay mucha expectativa en los países del Triángulo Norte por el interés que ha demostrado el nuevo gobierno de los Estados Unidos debido a la migración que se ha dado en los últimos meses de centroamericanos a Estados Unidos. Próximamente estará en Guatemala la vicepresidenta Kamala Harris, una gran oportunidad para conversar de nuestros retos económicos, políticos y sociales, e ir buscando soluciones no solo en el corto plazo sino para el desarrollo del país.
Llama mucho la atención lo que está sucediendo en El Salvador. Bajo el mando de un presidente joven, el país está haciendo cambios desafiantes. Nayib Bukele se preparó para “refundar” un país distinto después de más de tres décadas de acabar con la guerra. Primero fue alcalde de un municipio pequeño, luego de San Salvador y por último corrió como presidente, ganando con mayoría desde la primera vuelta. Llegó a las alcaldías por el partido Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), un partido político de izquierda. Para ser presidente utilizó el partido Gran Alianza por la Unidad Nacional (Gana). Desde junio de 2019, Bukele sorprendió a la población, a los políticos, sociedad civil y organismos internacionales. Con una excelente estrategia de comunicación y por medio del partido Nuevas Ideas en las elecciones del marzo, logró la mayoría en la Asamblea Legislativa, 54 de 86, y el 1 de mayo sustituyó a los miembros de la Sala de lo Constitucional y al fiscal general. Va en contra de los partidos tradicionales y el estatus quo -lo que le llama positivamente la atención a la gente y por lo que muchos salvadoreños lo apoyan y creen que él hará un cambio-. La historia demuestra que la democracia requiere de procesos y no de dictadores. Resalta su estrecha relación con la China y próxima visita del presidente Vladimir Putin a este hermano país de Centroamérica.
Perjudica la constante confrontación de algunos grupos de la población en Guatemala. Más que nunca debiéramos estar unidos para combatir la pandemia, lograr más y mejores empleos, servicios públicos de calidad, seguridad y justicia y la consolidación de la democracia. El desarrollo de los guatemaltecos debiera ser prioridad. Sin embargo, la gestión pública está obsoleta, las contrataciones del Estado son ineficientes, el reclutamiento de los trabajadores de gobierno no se hace por mérito y existe poca transparencia y control para combatir la corrupción.
Observemos y aprendamos de otros países y no repitamos errores que luego vamos a lamentar. Vale la pena realizar una pausa, hacer un ejercicio de reflexión, dialogar, lograr acuerdos mínimos y tomar acción. La violencia y las calles no son el camino, sino el liderazgo y las propuestas. No podemos seguir viviendo en constante confrontación. Toca que el presidente y el vicepresidente de la República hagan equipo, que se ponga en ejecución el plan por el cual la mayoría votó; que el Congreso elija a los magistrados de la Corte Suprema y de las Salas de Apelaciones, y resolver la integración de la Corte de Constitucionalidad. Se requiere que cada órgano del Estado haga su función y se busque el bienestar de todos los habitantes y no solo los intereses de algunos. No más señalamientos, quejas y excusas. Es momento de darle rumbo país, cumplir con la constitución y modernizar sus sistemas. ¿Cómo trabajar en armonía? ¿Qué hacer para que las decisiones fundamentales a favor de todos se tomen? ¿Cómo crear un futuro para Guatemala?