¿Le ha pasado que programa hacer algo y por “a” o “b” razón, las cosas le salen de forma diferente de lo programado? En estos días tenía todo arreglado para irme a la costa, y le cuento que soy de las que todo lo empaca en cajas de plástico, y esta vez no fue la excepción. Pero, ¿qué me pasó? Resulta que, en esta oportunidad, empaqué en dos cajas plásticas con tapadera verde; en una metí lo de la cocina, que normalmente es una caja amarilla más grande, pero como iba con pocas cosas usé la pequeña, y en la otra llevo mi material de trabajo, incluyendo mi computadora.
Mi hijo me ayudó a meter todo al carro y yo solo me enfocaba en mi supuesta caja de cosas de trabajo. Pero resulta que no me concentré lo suficiente, pues en esta oportunidad venía con dos cajas de tapadera verde y al llegar a mi punto final, ¡oh, sorpresa! Solo venía la que traía las cosas de la cocina. Llamé a Santiago a la casa y le conté mi situación, le dije: “¿Podés ir a ver si mi caja está en el estudio?” Y al ratito me dice: “Sí, mami, aquí está”. No podía creer que la había dejado y lo peor era que, en menos de media hora, tendría un Zoom que estaba a punto de empezar. ¿Qué me quedaba? Hacer la reunión por medio de mi celular. Santiago me explicó cómo conectarme y me dijo: “¡Yo te la llevo, mami, no te preocupés! Todavía estoy a tiempo para salir de día”, y así lo hizo, se dejó venir de la capital a la costa. ¡Demasiado bello mi hijo!
¿Por qué le cuento esto? Sé que todo pasa como tiene que pasar, todo está organizado a nivel energético y, como aprendí hace mucho tiempo, “el universo está en perfecta conspiración para que todo le salga bien a uno, todo es cuestión de creerlo”, y así me tocó. Confiar y estar presente por Zoom por medio de mi celular y saber que sí hubo oportunidad para que Santiago me trajera las cosas al lugar donde estoy, para algo había pasado lo que pasó y no debía enojarme, sino aprovechar de qué se trataba este evento olvidadizo
Mientras salía de la sorpresa de mi falta de atención o de mi olvido, me puse a imaginar cómo pasaría los días que estaría en la costa, disfrutando de la naturaleza y de la brisa del mar, sin todo eso que tenía planeado hacer. Terminar de preparar los videos y el escrito de “Jueves con Mayra” que tenía que subir, contestar correos y organizar otras cosas. Además, en mi flamante caja llevo también papeles para trabajar, aprovechando que finalmente hay internet estable donde estoy. En fin, Santiago llegó en la tarde con mi famosa caja de tapadera verde y disfruté entonces lo que no estaba planeado, pasar el rato y compartir con él. Por eso repito: “El hombre propone y Dios dispone”, y así es la vida, un tremendo viaje que me hace confiar, reflexionar y seguir aprendiendo de las experiencias que me van dando la oportunidad de crecer.
Cada experiencia que me va pasando simplemente es una nueva ocasión que voy teniendo para crecer, para cuestionarme sobre las oportunidades que me pasan enfrente y que es importante aprovecharlas y no dejarlas pasar, de tener la capacidad de mantener viva mi curiosidad sobre lo que todavía no conozco y que me permite seguir soñando y cruzar esos límites que posiblemente tengo. Estoy convencida de ser una alumna permanente en práctica de la vida y que mi alma quiere seguir saboreando lo inimaginable por aprender a hacer.
Me siento tan orgullosa de todo lo que en los últimos meses he logrado. Mi conexión tan fuerte que tengo con Dios y la apertura a oír mi voz interior me permiten hacerle caso a todas esas grandiosas ocurrencias que Él me transmite para desarrollar lo que estoy haciendo. Abrirme y expresarme libremente simplemente es lo que siento y transmito para inspirar que es bueno para el alma despertar, ser auténtico y lo mejor, saber y aceptar lo importante de amarme primero antes que vivir en función de los demás.