Hay personas que van dejando huella en su vida simplemente con su ejemplo, porque como aprendí: “Las palabras convencen, pero los ejemplos arrasan”, y también, con la coherencia de sus pensamientos, de lo que dicen, de lo que sienten y, sobre todo, de lo que hacen en su vida, sencillez y humildad que las sienten y viven con ellos mismos y con su prójimo. Puedo decir que, en mi vida, he tenido el privilegio de tener muy de cerca el ejemplo de varias de estas personas a las que llaman líder y sobre todo que me inspiren con la integridad que generalmente las ha caracterizado, más sus principios y valores que demuestran en el día a día.
Hace unos días, le tocó hacer su transición a una gran líder visionaria, ejemplo de perseverancia e innovación, una extraordinaria mujer guerrera que, con sus actos y su muestra de liderazgo, dejó marcados muchos recuerdos tanto en Guatemala como a nivel mundial, con la invención de la famosa Cajita Feliz de McDonald y la Casa Ronald McDonald, que creó para apoyar y acoger a familias de escasos recursos del área departamental, cuyos hijos necesitan atención médica. Doña Yolanda de Cofiño, nacida en Chile, pero guatemalteca de corazón desde 1956 cuando llegó a Guatemala, una mujer de quien podemos aprender muchísimo por su liderazgo, labor social y éxito empresarial, con todo ese legado real que nos inspirará.
Yo estudié en Guatemala mi Licenciatura de Administración de Empresas, en la Universidad Francisco Marroquín (UFM), teniendo como rector a su fundador visionario Manuel Ayau Cordón. Ejemplo de su pasión por la libertad, sus ideas económicas y la libre competencia. “Enseñaba lo importante de tener la libertad de intentar conquistar en su vida las cosas que más pueden interesarle, relacionándose pacífica y voluntariamente con otras personas, agudiza sus sentidos procurando descubrir en qué puede servir mejor a los demás” (“Prensa Libre”, 27 agosto de 2020).
Luis Canella Gutiérrez fue también un fundador de la UFM en 1971, con una filosofía del libertarismo. Un hombre que demostró, en sus apenas 52 años, pues personas no creyentes al respeto a la vida, la libertad y al trabajo honrado e íntegro, le quitaron su existir en diciembre de 1977. Un gran líder cariñoso, querido, humilde, visionario, destacado emprendedor que estudió y se preparó para que, junto con su padre, siguiera trabajando y crecieran varias empresas guatemaltecas con representaciones de marcas internacionales, dando así grandes oportunidades de trabajo.
Hoy, 16 de septiembre de 2021, cumple cuatro años mi papá, José Luis Gabriel, de haber volado hacia el más allá, el mejor líder caballeroso y visionario de todos los líderes para mí, dejando también un gran legado de trabajo honesto, un ser inquieto y muy respetuoso de cada quien. Un hombre, a quien yo lo califico o identifico como un sueño, una visión, una realidad y que, como los líderes que mencioné en este escrito y otro montón de guatemaltecos que también han tenido ese liderazgo de personas enfocadas en “ser” en vez de “tener” y con tremenda ética profesional, vivieron e inspiraron siendo líderes soñadores, visionarios, honestos y capaces, pero, sobre todo, personas que estaban empoderadas en su interior para siempre “dar”, “servir” y “hacer” todo lo que hacían con excelencia, teniendo un contacto sencillo y humilde con su prójimo, unidas a su gente para crecer todos al mismo tiempo.
Hoy expreso seguir aprendiendo de ellos, pues todo en la vida son oportunidades y poder entonces, al menos digo yo, que las futuras generaciones nos señalen igual que como hoy yo señalo a mi papá y a tantos otros que me han dado cátedra de vida con sus experiencias y ejemplo inspirando un liderazgo de luz brillante y como siempre digo, expresando “honor a quien honor merece”.