Recientemente, conversábamos con unos jóvenes respecto al futuro del país. Me sorprendió que muchos no tenían información de lo que sucede y poco conocimiento de quiénes son los funcionarios y el papel que deberían de desempeñar. Tampoco tienen claro los desafíos que tiene Guatemala y lo que más me entristeció es que la mayoría no tiene interés en profundizar en la política y participar en el gobierno.
Jóvenes universitarios que tienen acceso a tecnología, internet y redes sociales. Uno supone que están informados, que leen e investigan, sin embargo, como me dijo uno de ellos, “a medio día vemos películas, no queremos enterarnos de todo lo malo que pasa allá fuera, especialmente en Twitter, donde todos se agreden, en Facebook, que las historias son largas de gente mayor, o Instagram, que todo es felicidad”.
El mundo de los negocios aprovecha bastante la tecnología, así como los gobiernos de los países desarrollados. Guatemala podría dar un salto importante si le apostara al tema. ¿Cómo la tecnología podría ser clave para el desempeño del gobierno? Sistemas de información al día, análisis de datos y gobierno digital al servicio de los ciudadanos. Es clave para la modernización del Estado. Iniciamos con los jóvenes una conversación de cómo se podría aplicar en los servicios públicos. Obvio que se requiere contar con más conectividad, ya que el último censo mostró que, aunque las personas cuentan con celular, apenas 1 de 5 hogares tiene conexión.
Recién el país se está recuperando de la pandemia del Covid-19 y los guatemaltecos tenemos que prepararnos para iniciar muchísimos cambios, en especial institucionales para que todos tengan oportunidades. Si esta pandemia no fue suficiente para rediseñar el sistema de salud, difícilmente se puede pensar que otra circunstancia lo hará. La mitad de los niños siguen sufriendo de desnutrición crónica, lo cual prácticamente los está condenado a no utilizar todo su potencial. El Ministerio de Salud Pública ha sido cooptado por uno de los sindicatos más polémicos -el Frente Nacional de Lucha-, que, lejos de velar por un servicio de calidad, su batalla va hacia beneficio de algunos del grupo y promoviendo un sistema político del siglo pasado. Telemedicina, información oportuna de los usuarios, inventarios al día, evaluación de recursos humanos y focalización de recursos podrían ser clave.
Luego, una gran preocupación es la educación pública. En estos dos años de pandemia el Ministerio de Educación se ha dedicado prácticamente a repartir alimentos. No está claro cuál será la estrategia para el año 2022 de retorno a clases. Si el semáforo de Covid-19 continúa señalando una gran mayoría de municipios en amarillo y anaranjado, y la vacunación va avanzando, es determinante que los niños y jóvenes retornen a clase. Pero, al igual que la salud, una transformación en la educación es indispensable. Ya se traía un rezago en lo que era la cobertura y calidad de la educación y es urgente que las decisiones y acciones se tomen con sustento técnico y no por presión de los sindicalistas. En el presupuesto hay poca inversión para conectividad y dispositivos, ¿cómo contar con una educación híbrida, qué cambios requiere la formación de los maestros? ¿Qué hacer para que los alumnos logren competencias digitales y las necesarias para el mundo moderno?
Por otro lado, el sistema de justicia requiere una transformación. Todos deseamos más seguridad y justicia pronta y cumplida, pero lo que tenemos es incertidumbre, letargo y obsolescencia. Debemos aprovechar la pandemia y la tecnología para ir avanzando. Discutíamos qué tan desafiante sería digitalizar el Organismo Judicial. Pues si hay voluntad política y visión de largo plazo, es posible. Tomará tiempo y recursos, pero se lograría. En el caso de la seguridad debemos seguir avanzando en la prevención y utilizar la tecnología como las cámaras, análisis de datos, investigación criminal e inteligencia para combatir el crimen. Igual en el sistema penitenciario es de controlar que internamente los privados de libertad no tengan tecnología y cometan delitos desde afuera.
La clave para actualizar al Estado es cambiar la gestión pública. El sistema de compras puede ser tecnificado. Transparencia, eficiencia y efectividad es lo que buscamos. En los últimos años la ejecución ha bajado mucho y en gran parte se debe a tanto parche que tiene la ley, falta de claridad en los procesos y que se aplica a cualquier tipo de compras. Algo que es urgente es contar con gente capaz a cargo de los puestos públicos. El mérito es la base. Sistemas de reclutamiento abiertos y competitivos hacen falta. Luego, carreras de técnicos y funcionarios públicos, y las evaluaciones de desempeño son cruciales. Hay sistemas modernos para manejar los recursos humanos. Las grandes empresas usan software sofisticado que les permite tener información constantemente. La Contraloría también puede modernizarse; con tecnología podría lograr evitar que muchas de las compras se hagan porque van en contra del sistema. Y luego, pues sí necesitamos un presupuesto mucho más flexible que llene todo el ciclo desde la planificación hasta los resultados.
Es importante contar con este tipo de conversaciones entre generaciones. Contagiarlos al menos un poco sobre su involucramiento en el país. Motivarlos a usar la tecnología para aprender. Lograr que comprendan que el mundo no está en una pantalla, sino allá afuera. Convencerlos de que el desarrollo del país depende de todos. ¿Tiene acceso a tecnología? ¿Cómo se puede optimizar el tiempo? ¿Qué hacer para que Guatemala avance a la modernidad?