1. LA HORA DE VOLAR
Uno debe saber irse a tiempo. Antes de envejecer. Antes de volverse tedioso. Antes del conflicto. Uno siente cuando ya no es querido en un lugar. Cuando la confianza se rompe. Y es ese el momento de partir caminos. Escribo esto porque a mi alrededor abundan los ejemplos de gente que no logra soltar lo que ya no le pertenece. Lo que ya se fue. Quiero aprender a pulir algo en mi vida: el arte de decir adiós. Donde ya no hay futuro, lo único que queda es desgaste. Y es mejor evitarlo. Más fácil decirlo que hacerlo. Pero en el instante en que se toma la decisión, uno se libera y empieza a fluir. Se quita un peso de encima; se quita un peso de adentro. Steve Maraboli lo sintetiza así: “Dejar ir significa darse cuenta de que algunas cosas son parte de nuestra historia, pero no son nuestro destino”. Fue hermoso mientras fue. A veces ni siquiera fue tan hermoso. Como todo lo que nos ocurre mientras hacemos camino. Mejor que el buen recuerdo quede, y no el rencor. Nunca fui bueno para las despedidas. Quiero serlo ahora. Irme a tiempo. Antes de envejecer. Antes de volverme tedioso. Antes del conflicto.
2. ZELENSKY EN GUATEMALA
El liderazgo del presidente de Ucrania, Volodímir Zelensky, ha sido clave en la resistencia librada por su país frente a la cruenta agresión militar de Vladimir Putin. Ha sido un maestro en la comunicación, porque ha sabido “tocar la tecla” correcta a la hora de emitir su mensaje. Cuando le habló al Congreso de Estados Unidos, hizo alusión al 11 de septiembre de 2001. Lo aplaudieron de pie republicanos y demócratas. Al hacerlo con el parlamento israelí, la Knéset, recordó las atrocidades de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial: el Holocausto. En su intervención frente a los diputados españoles se refirió al infame bombardeo sobre Guernica de 1937.
Siempre encontró empatías hacia sus palabras. Quienes lo oyeron se identificaron con el dolor de su pueblo. Las referencias históricas crean identidad. Y, así, uno puede reconocerse en las tragedias del prójimo. Me pregunto qué elegiría Zelensky para hablarle a los congresistas de Guatemala. Seguro no sabría cómo enfocar su disertación. Así de desubicados estamos históricamente. No existe, aunque exista, ningún episodio que nos una como país en términos de conexión emocional. Tal vez Zelensky optaría por comparar la masacre de Bucha con el terremoto de 1976. O con la violencia diaria que aquí se sufre. O con la desnutrición crónica infantil. Es más, si me pidiera consejo, yo le sugeriría que apelara a los políticos corruptos, aunque el aplauso que le darían, en un Congreso como el nuestro, sería hipócrita y falso entre el noventa y cinco por ciento de los diputados.
3. NADA MÁS; MAS NADA
La nada nunca viene de la nada. Hasta la nada viene de algún sitio.
4. LO QUE NUNCA SE FUE
Algunos cortejos procesionales volverán a recorrer las calles. Y las aglomeraciones de fervor tradicional nos recordarán viejos tiempos, que en realidad son recientes. La pandemia obligó a los nazarenos a quedarse guardados en sus templos y a meditar cómo darle una mano a los sufridos de esta tierra, que son los más, producto de los negocios leoninos de unos cuantos. Fueron dos años muy vacíos; la Semana Santa sin Semana Santa. Pero la verdadera procesión, el martirio permanente, ni siquiera durante el gran confinamiento logró esfumarse. Aquí jamás dejamos de cargar la cruz. Nos conformamos con nuestra versión diaria del Gólgota. ¿Podremos resucitar algún día? No lo sé. Mientras haya tantas almas dispuestas a venderse por treinta monedas o menos, difícilmente abandonaremos el sepulcro de la mediocridad.
5. TELEPATÍA RADIAL
La jacaranda es una mujer que sueña. Y el color de lo que sueña es el color de un beso. La jacaranda quiere atreverse a no ser la misma de cada verano. Como mujer, ya lo soñó. El árbol de su deseo hace temblar las raíces del jardín encantado. Hay follajes en riesgo. En el delicioso riesgo de florecer.