Qué alegría que viene el primer feriado del año. Después de dos años de pandemia, la mayoría de las personas desean disfrutar esta Semana Santa. Muchos toman la semana de vacaciones para disfrutar aún más. Otros descansan en casa unos días, visitan a familiares o van a la playa. Muchos devotos participan en las procesiones -ya sea organizándolas, siendo cargadores, elaborando alfombras o ser observadores-. Varios son proveedores de comida y de servicios para pasarla bien.
Un amigo extranjero me decía que la Semana Santa en Guatemala era realmente algo excepcional en el mundo. Un gran festival de colores, olores, sabores, sonidos y sentimientos. Le impacta toda la cultura, los rituales y la pasión que vive la gente. Él solía venir casi todas las Semanas Santas a La Antigua a disfrutar de todo el panorama. Siempre me decía que, a pesar de que él no era religioso, los momentos más emocionantes eran la salida del Señor de la Merced el Viernes Santo en la madrugada y el ingreso del Señor Sepultado de la Escuela de Cristo tarde por la noche. “La Granadera” llega al alma.
Adicionalmente, es la época en que Guatemala se viste de flores bellas y el clima, aunque caluroso, es sabroso. Nunca falta el chaparrón de la época. Esto también ayuda a relajarse y a olvidarse de muchos desafíos que las personas tienen en lo individual, así como los retos que tenemos como país.
Las hermandades son muy eficientes y lo tienen todo planificado. Varios amigos cucuruchos se están preparando para cargar luego de un periodo largo. Uno de ellos carga hasta en cuatro procesiones el Viernes Santo. Algunos viajan a La Antigua para cargar en dos ciudades. Otros van con toda la familia y hacen el recorrido completo. Ahora, con el Covid-19, hay que recordar guardar la distancia y tener cuidado de no contagiarse.
También se activa la economía. Rápido aparecen los vendedores de algodones, juguetes para los niños, comida, refrescos y atoles. He pasado muchas Semanas Santas en La Antigua. De pequeños, disfrutábamos mucho el Viernes Santo. Desde temprano, nos arreglaban y nos gustaba comer corbatas dulces y esperar con mucha devoción el paso de todas las procesiones. A veces, hasta cargábamos, ayudando unas cuadras al cortejo.
Las alfombras son preciosas. Hace muchos años hicimos con mi familia la primera. “Todo el tiempo que le invertimos para que en segundos se acaben”, le dije a una de mis tías. “Es parte del encanto”, me respondió muy sonriente. Requiere de planificación y es una excelente actividad para trabajar en familia, con amigos y en equipo.
Una de mis mayores aventuras la vivimos con mis compañeros de la universidad. Decidimos hacer la alfombra de aserrín “desde 0”. Inicialmente, hicimos un diseño y buscamos unos moldes. Luego, compramos el aserrín puro y la anilina de distintos colores. Colamos una cantidad importante de aserrín y la separamos en cubetas para luego teñirlo. Era importante saber a qué hora pasaría la procesión y calcular cuánto nos tomaría hacer la alfombra. Trabajamos días completos para preparar la alfombra.
Por fin llegó el viernes y decidimos ir a ver las alfombras de otros en la madrugada, como para tomar nota. Había unas alfombras tan bellas, enormes y creativas… que nos impactó. Preguntamos cuántas horas llevaban haciéndolas y el tiempo oscilaba entre 6 a 12 horas. Preocupados, nos fuimos casi corriendo a la casa a hacer la nuestra.
Eran como las ocho de la mañana cuando iniciamos. Pusimos los palos para delimitar el espacio, la base de aserrín crudo y sacamos los baldes de aserrín teñido de los distintos colores. Nos percatamos de que la teníamos que elaborar del centro hacia fuera. Había que estar constantemente regando el aserrín para que no volara. Y una escalera y palos nos servían para no “machucar” lo que íbamos elaborando.
Pasaron las horas y se sentía que no avanzábamos. “Ya viene cerca”, nos dijo una vecina. Nuestro diseño base era un arco iris con mariposas y un cáliz, pensando en vida. Como buenos ingenieros, tomamos un palito e hilo de pescar e hicimos los semicírculos, cada vez de un radio más grande. Luego fuimos rellenándolos conforme a los colores del arco iris. Unos hicieron las orillas y había uno encargado de poner el pino al final alrededor de la alfombra. Ya eran las 12:30 y la procesión se miraba venir a cuatro cuadras. A pesar de que la hicimos con prisa, nos quedó muy bonita. Nunca olvidaré la expresión de una turista que tomaba muchas fotos y nos dijo “Ohhh, like Hallmark”.
Pronto inició a pasar la procesión y a los 15 minutos pasó el Señor de la Merced, majestuoso. Luego a uno chispudo del grupo se le ocurrió arreglar un poco la alfombra para que pasara la Virgen. En cuestión de minutos todo se desvaneció. Nos acompañaban las marchas fúnebres que le dan un toque muy especial, diciéndonos adiós y sellando nuestro corazón luego del entusiasmo y pasión que le pusimos al proyecto concluido. Fue una linda experiencia. Todavía guardo una foto. Realmente la gozamos. Una actividad diferente.
Lo invito a hacer algo distinto e ingenioso en este feriado de Semana Santa. Si es cristiano, viva toda la pasión de Cristo, pero, lo más importante, celebre la Resurrección. Cuídese del sol, guarde su distancia y relájese. Toca un cambio de actividad, disfrutar un poco y descansar para cargar baterías. ¡Feliz feriado!