Cuando aprendí que “el dolor de hoy es la experiencia del mañana”, posiblemente no lo entendía de la manera en que lo hice muchos años después, cuando se ha vuelto parte mía. ¡Qué sabia frase! Y, ¿por qué lo expreso? Porque muchas veces no podemos ver que las cosas que nos dicen o que nos pasan son aprendizajes de vida para que luego nos sirvan y así podamos apoyar a otros. Yo sé que cuesta sentirlo así, pero por lo menos yo aprendí que así funciona esta grandiosa vida llena de oportunidades, donde nos ocurren experiencias y hay que entender qué hacer con eso que nos pasa y lograr darle la vuelta al dolor y transformarlo en lo bueno que trae.
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Aprender de las experiencias, que son oportunidades de crecimiento y no tragedias, no es fácil. Cuántas veces hemos oído la expresión: A ella, a él o a ellos… ¡sí que les llueve sobre mojado! Y, ¿qué quiere decir esto? Cuando nos pasan muchas cosas que no son normales o que sentimos que son tragedias, como la muerte de un ser cercano, accidentes, enfermedades terminales, robos, despidos o jubilaciones inesperadas, ruptura con la pareja o con familiares, traiciones, etc., nos cuesta reaccionar a eso y, sobre todo, verle el lado positivo que, luego de un tiempo de trabajo interno, la reflexión y el cambio que transforma siempre lo tiene.
Con este tipo de experiencias, siempre va acompañado el “no hay mal que por bien no venga”; lo decimos, pero como que no lo sentimos. Cuando estamos en el pozo de la desesperación, porque no le vemos claridad al sentimiento o al problema, no entendemos el significado de la oportunidad que tenemos. Muchas veces, cuando yo me he sentido así, he buscado esa ayuda profesional de alguien que mire con claridad la situación que yo no puedo ver y así poder desarmar esos nudos emocionales que han tupido mi corazón y los pensamientos de una forma negativa donde no logro ver salida. Pero que, luego de un tiempo de trabajo interno, sí la he logrado sentir y ver con mejor claridad lo que pasó y para qué pasó.
“Cuando una puerta se cierra es porque otra se abre, grande y con mayores oportunidades”. ¿Le suena? Se da cuenta cómo constantemente decimos expresiones que no logramos sentir en nuestro corazón y aceptar que Dios o el Ser Supremo en el que crea tiene un plan perfecto de aprendizaje para nosotros sus hijos. ¿A dónde quiero llegar con mis palabras? Quisiera hacerle sentir, en corto, lo que a mí me ha tocado vivir durante muchos años en las diferentes experiencias por las que he elegido aprender para crecer como ser humano. Y como lo digo siempre, me siento privilegiada de que así esté siendo, y cuando creo que ya no puede haber algo peor, de alguna manera me viene una experiencia nueva y muy diferente, que me hace galopar nuevamente a un sentimiento, a una sacudida y a usar las herramientas de la vida para aprender, crecer y seguir adelante.
La vida siempre compensa. Sé que nunca hay que parar de aprender. Sé que las personas que consciente o inconscientemente hacen daño, al final se vuelven grandes maestras para otros y hay que tenerles compasión, pues su aprendizaje llegará cuando les toque, ni antes ni después. La vida misma les enseñará. Algunos nunca despiertan, su ego, soberbia o inmadurez emocional no les permite llegar a sentir el crecimiento de su alma, sus prioridades son otras. ¿Se ha preguntado alguna vez dónde está usted? Finalizo con este texto que le comparto del libro de Bronnie Ware “Los cinco mandamientos para tener una vida plena”, y dice así: “Si alguien te trae un regalo y decides no recibirlo, ¿a quién pertenece entonces el regalo? Evidentemente, a quien iba a ofrecerlo. Lo mismo sucedía con las palabras que injustamente vertían a veces sobre mí. Dejé de enfrentarme a ellos y empecé a sentir compasión. A fin de cuentas, esas palabras no provenían de un estado de felicidad”. ¡Wow, qué verdad tan increíble! ¿Sí o no?