Mi compañera de bachillerato Marta Luz, a quien siempre le dije Marta Noche desde que la conocí en el colegio, dio su último suspiro el pasado 16 de septiembre, luego de perder una gran pelea que tuvo con un cáncer de pulmón.
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Sabía de Marta Luz muy poco, estuvo en la celebración de nuestros 25 años de graduadas de bachillerato y luego se nos perdió. Se esfumó y no supimos nada de ella hasta hace unos tres meses. Se había casado, divorciado, tuvo una maravillosa hija que le dio cinco nietos, contó con un trabajo estable, sobreviviente de un cáncer de mama que le volvió con una metástasis dos años después en los pulmones.
Luego de reencontrarla, hablarle por teléfono y llegar a su casa, muy cerca de donde vivió cuando estaba en el colegio, me encontré con una Marta Noche, con una memoria increíble, con una actitud formidable y con muchas ganas de ganarle la batalla a esta nueva prueba que era el cáncer de pulmón. Me decía: “Yo soy talishte y voy a salir adelante”. Desafortunadamente, no lo logró.
Sus pulmones se llenaron de agua, el oxígeno que tenía en su casa no era suficiente para lo que necesitaba, por lo que la ingresamos al IGSS de la zona 9 el pasado jueves, 8 de septiembre. Iba muy consciente y sí aceptó que la lleváramos. Resulta que, al ingresarla, le quitaron todo, pues no podía ni usar su propia ropa, ni cepillo de dientes, y solo logró quedarse con sus anteojos. Solo una persona podía entregarla y dar datos, y fue su amiga de siempre quien dejó su número de teléfono para que le avisaran cualquier noticia. Falleció, ocho días después, a las 8:15 a. m., ahora que estoy escribiendo este escrito son las 4:30 p. m. y todavía no ha recibido la noticia de que Marta Luz falleció. Nos enteramos de manera extraoficial. ¡Qué horror! ¿O no?
Durante esa semana que Marta Luz estuvo en el IGSS de la zona 9, nadie daba noticias, cuando llamaba al tal número del PBX 2506-1300 y, si bien me contestaban, solo decían que estaba estable pero delicada, nada más. Los lunes y miércoles que llegué, una doctora muy fina, luego de dos horas de espera, me decía que estaba delicada y que no quería comer, que no quería tomarse las medicinas y que se quitaba el oxígeno. Le pedía que me dejara entrar, que nos permitieran sacarla para llevarla a su casa y que terminara sus días allí y nunca fue posible. Las visitas no estaban autorizadas. El viernes que falleció, siempre a las 11 como pedían que se estuviera para tomar turno, resulta que no había información por feriado, y a pesar de que la compañera que llegó preguntó y preguntó, nadie le dijo nada y nuestra amiga ya había fallecido. ¿Realmente hay algo de humano en este grandioso IGSS o solo funcionan como doctores o enfermeros sin realmente tener criterio humano? Me siento, de verdad, tan impotente de la “gran ineficiencia” de este lugar. ¡Qué poco criterio! Y de verdad, ¡qué inhumanos para tratar a una enferma terminal y no dejar que sus últimos días estuviera rodeada de amor en vez de indiferencia!
Estoy brava, molesta, impotente por sentir que, durante esos 8 días, Marta Luz estuvo sin tener ese amor de los suyos, de no haber podido lograr que el IGSS accediera a autorizar su salida y regresarla a que muriera en su casa. Se supersabía que le quedaba poco tiempo, ¿qué pasa con ese tipo de instituciones? ¿Qué pasa con los administradores que no pueden ser más humanos para resolver e informar de alguna otra manera que no sea con la ineficiencia actual? Sé que la burocracia y los grandes aprovechados de puestos no permiten que haya lo que se necesita para apoyarse y que los buenos profesionales hacen lo que pueden, con lo poco o mucho que el hospital tenga. Qué pereza la burocracia y los que se aprovechan de esos puestos, donde, además, las medicinas y suministros son superescasos para tratar al paciente como se necesita. No sé cómo ni de qué manera trabajan adentro de estas instalaciones, solo sé la importancia que yo sentí afuera. ¿Podremos algún día trabajar y dar resultados con eficiencia y no solo ser el problema? Y, para terminar, entregaron el cuerpo 19 horas después de fallecida para llevarla a la funeraria. Ya el cuerpo de Marta Luz descansa en su Mixco querido.