Los partidos están calentando sus motores esperando el banderazo de salida que dará el Tribunal Supremo Electoral para la campaña del proceso electoral del próximo año. Por ello, los partidos están en este momento colocando las piezas en el tablero.
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Ustedes empiezan a escuchar cada vez más los nombres de precandidatos, partidos, algunos reciclados de la vieja política, a ver los logos de los partidos políticos que están posicionando su imagen, en la mayoría de los casos con una falsa invitación a afiliación.
En los próximos dos meses veremos un desfile de asambleas municipales, departamentales y nacionales en las que los partidos presentarán sus candidaturas. Un poco al estilo de la lista de convocados que las selecciones nacionales de futbol están presentando para competir en la Copa del Mundo, en Catar.
Aunque no necesariamente se elaboren quinielas electorales, ya empezaron a circular encuestas que muestran el apoyo que los precandidatos y los partidos tienen de los electores.
Son las primeras encuestas y nada determinantes, porque aún hay un buen porcentaje de personas indecisas y además todavía falta mucha agua que pase bajo el puente y no sabemos cuáles candidatos terminarán compitiendo. Es preocupante porque en este caso se ve una clara tendencia autoritaria que busca bloquear candidaturas de manera discrecional generando una competencia electoral no democrática ni competitiva.
Hay un vínculo directo entre los procesos de nominación de las candidaturas y la legitimidad y representatividad de los candidatos y los partidos. Por ello, hay que ponerle mucha atención debido a que en su gran mayoría las candidaturas son definidas con mecanismos perversos de compras de candidaturas.
Los electores no se sienten identificados con los candidatos y con toda la razón del mundo porque estos no son resultados de procesos de nominación legítimos ni democráticos. En este campo, hay mucha tela que cortar porque la Ley Electoral y de Partidos Políticos abre la puerta para que los partidos adopten estrategias de organización y de nominación de candidatos que tienden a la centralización y a este tipo de prácticas perversas.
Los procesos de nominación de candidatos se constituyen en uno de los procesos más importantes del evento electoral. Incluso me atrevería a decir que más que el día de la elección, porque es ahí en donde se define quiénes competirán y sobre los que los votantes tendrán que votar.
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Hay que ponerles el ojo porque los partidos políticos tienen muchísima responsabilidad en los candidatos que van a presentar como candidatos. Evidentemente, necesitamos que estas personas que presentarán cumplan, no necesariamente con requisitos académicos y formales, sino que sean personas honestas, trabajadoras, con capacidad de gobernar de manera democrática, que respeten los procesos, que contribuyan al fortalecimiento institucional y principalmente que no lleguen a robar.
Los partidos deberían presentar a sus mejores cuadros, aquellos que estén dispuestos a ejercitar una política apegada a principios, valores y programas de gobierno en el que estén presentes las necesidades y demandas de la población.
No presentar candidatos que están con el objetivo de “recuperar la inversión” de comprar su candidatura y beneficiarse de las estructuras complejas de corrupción que tienen cooptadas las instituciones públicas y no beneficiar a la población.
Los partidos son los responsables de identificar candidatos competitivos electoralmente, pero también capaces y que además busquen el poder para resolver los problemas públicos que estamos enfrentando.
Los procesos de nominación definirán buena parte del futuro del país y ojalá sean candidatos con principios, visión de Estado, conocimiento de las instituciones, democráticos, honestos y transparentes. Esa es la principal responsabilidad de los partidos en este momento y luego vendrán los electores, quienes ojalá mediante su voto apoyen y elijan a los mejores representantes. ¿Qué opina usted?