Las puertas del proceso electoral de manera oficial fueron abiertas por el Tribunal Supremo Electoral (TSE) y los diferentes actores que estarán involucrados en el mismo están empezando a colocar o a mover sus piezas en el tablero electoral.
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Los actores que más aparecen en el escenario siempre son los partidos, los candidatos y el TSE, porque pareciera que ellos son los actores principales del evento electoral. Ellos tienen un papel importantísimo, no lo dudo; sin embargo, desde mi perspectiva, el actor principal es el votante, el que define en las urnas el resultado electoral y el destino del país para los próximos cuatro años.
De esos actores y actrices que aparecen registrados en el padrón electoral en cada uno de los municipios del país es de lo que quiero hablar hoy, porque son las personas que asistirán a las urnas electorales a emitir su voto y a respaldar sus preferencias políticas para alcaldes, diputados al Congreso y Parlamento Centroamericano y presidente y vicepresidente de la República.
Quiero hablar sobre el votante porque en este campo enfrentamos un serio desafío y es que no todas las personas que están en edad de votar se encuentran empadronadas. Existen varias explicaciones que ayudan a entender por qué está sucediendo esto. No obstante, tenemos un serio problema porque hay alrededor de dos millones y medio de jóvenes entre 18 y 25 años que no están empadronados y que no votarán a menos que asistan a los lugares y centros de empadronamiento que el TSE ha dispuesto en varios lugares del país y se empadronen.
Este es uno de los mayores desafíos que tenemos en términos de ciudadanía: empadronar a los jóvenes que por diversas razones no lo están. En algunos casos esto se explica por un claro desinterés, en otros por la falta de información sobre el procedimiento y los lugares en los que se puede empadronar y, sin duda, en muchos otros casos, las dificultades materiales y económicas que tienen para ir a empadronarse y ejercer plenamente su ciudadanía.
No obstante, resolver este problema es un asunto de todos porque para mí es un asunto de país que está íntimamente relacionado con la salud y la calidad de nuestra democracia. Puede resultar romántico y un poco iluso en medio de tanta apatía y desgano, pero este proceso electoral puede dar un giro importante al rumbo del país y eso está en las manos de los votantes.
Este es un problema que podemos solucionar si se toman acciones desde varios frentes, articulando acciones interinstitucionales con diversos actores políticos, sociales y económicos. Desde luego, en principio, la solución recae las personas que no están empadronadas para que analicen y tomen la decisión de acercarse a los lugares de empadronamiento y lo hagan. Una solución individualista y muy reduccionista que no nos saca del atolladero.
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Además, creo que hay otras acciones que se pueden hacer desde espacios privados, como las grandes empresas para que brinden facilidades y que sus trabajadores y trabajadoras puedan asistir en horario laboral a empadronarse. Las universidades, que en las diferentes facultades y campus alrededor del país impulsen jornadas intensivas de concientización o bien coordinar acciones con las delegaciones del TSE y pongan mesas de empadronamiento en las universidades.
Se me ocurren esta dos acciones, pero estoy seguro de que usted podrá pensar y proponer muchas otras, en las iglesias, en las organizaciones, en nuestras familias, cuadras, barrios, colonias, en las que podemos preguntar a las personas si están empadronadas e invitarlas a hacerlas. Incluso hasta organizar grupos e ir todos juntos a empadronarse.
Indudablemente, en términos de ciudadanía, enfrentamos muchos desafíos. Busquemos solucionar el del empadronamiento y luego podemos pensar en otros, como el de información, generación de espacios de discusión y análisis de las diferentes ofertas políticas, entre otros problemas que tendremos como ciudadanos para ejercer nuestro derecho al voto. ¿Cómo le hacemos? ¿Qué ideas tiene usted para ayudar a que se empadronen los jóvenes? ¿Qué opina usted?