En días y en meses recientes se han inaugurado dos monumentos en dos palacios guatemaltecos: el Palacio Nacional (obra publica de Jorge Ubico) y el Palacio Legislativo u Hemiciclo Parlamentario (obra también del general Ubico Castañeda). Esos monumentos son monumentos a la vida y obviamente contra el aborto.
Los políticos que han dispuesto colocar estos monumentos, también obviamente lo hacen para congraciarse con los cristianos guatemaltecos y lograr cortejar sus votos, (dudo mucho que lo logren, pues lo que muchos socialistas no entienden es que la psique del guatemalteco es virulentamente individualista y contraria), y al final de cuentas en la urna el chapín vota por quien se le da la gana.
Algunos comentaristas nacionales, (algunos de ellos tienen todo mi respeto y admiración, otros no tanto…) han escrito que dichos monumentos provida, violan la “separación iglesia-Estado”, y aducen que la Constitución impone dicha separación.
Esa aseveración es palmariamente falsa, pues incluyendo el propio preámbulo de la Constitución del 85 guatemalteca, inicia “INVOCANDO EL NOMBRE DE DIOS” o sea el propio texto constitucional reconoce la profunda identidad cristiana (católica y evangélica) de la polis guatemalteca.
El inaugurar un monumento en un corredor del Congreso o en un patio del Palacio Nacional no nos vuelve un estado teocrático, empecemos por no distorsionar la verdad; y segundo aunque el estado guatemalteco no es religioso, ni denominacional, el gobierno existe dentro de un estado profundamente cristiano, y que ha sido mayoritariamente cristiano por más de 500 años.
La separación de iglesia y estado se remonta a la edad media y a la lucha por la independencia de la iglesia católica del Estado central europeo: Francia, España, Prusia, Holanda, y luego Alemania. Esa lucha por la independencia que Roma impuso y lucho (la guerra de las investiduras) para nombrar Roma (el Vaticano) y no el estado nación, a sus obispos y autoridades en cada país europeo.
Es así como los políticos en Guatemala reconocen la fuerza imponente que tienen las iglesias evangélicas en el país y trata de congraciarse con ellas. De otra parte la iglesia católica guatemalteca sufre oscuros tiempos (de teología de la liberación jesuita, marxismo, y ex guerrilleros ahora de cardenales y arzobispos, nombrados por un papa abiertamente socialista y jesuita) sin embargo eso no previene que los millones y millones de católicos conservadores de derecha guatemaltecos, resistamos esa imposición y conservemos nuestras costumbres y tradiciones católicas en el iglesia domestica.
Así pues que no existe tal “peligro” teocrático en la política guatemalteca, Justo Rufino Barrios fue un dictador liberal (liberalismo a la francesa no a la inglesa) anticlerical y grosero contra la iglesia católica a la cual persiguió y expropio ilegal e inmoralmente en el siglo XIX, y los peores dictadores, asesinos y déspotas han sido los llamados liberales anticlericales: Justo Rufino Barrios y Manuel Estrada Cabrera, y encima masones anticlericales. Así que ese “liberalismo” que no es otra cosa que racionalismo francés, tiene poco o nada de que vanagloriarse entre nosotros, especialmente entre católicos.
¡VIVA CRISTO REY! VIVA MARIA SANTÍSIMA! y Dios salve y guarde a Guatemala, libre, soberana e independiente.