Continúa el cuestionamiento de la población por la falta de ejecución de los millones de recursos que el gobierno tiene asignado en el presupuesto para combatir la desnutrición crónica. Hace más de una década sonó una fuerte alarma cuando se reveló que casi la mitad (45.6%) de los niños y las niñas sufrían de desnutrición crónica. La desnutrición crónica es el retraso en el crecimiento -cuando un niño es pequeño con relación a su edad-. Causa daños permanentes en las capacidades físicas e intelectuales de los infantes que la padecen, no permitiéndoles desarrollar todo su potencial, lo que es irreversible.
Hubo muchos movimientos gubernamentales, se creó la Secretaría de Seguridad Alimentaria y Nutricional -Sesan- y se hicieron esfuerzos desde los distintos ministerios en reducir esta cifra, en especial se diseñó el programa Creciendo Bien –lo cual surtió efecto, ya que de acuerdo con el Cuarto Censo Nacional de Talla en Escolares de Primer Grado de Educación Primaria del Sector Público 2015, la prevalencia de desnutrición crónica era de 37.6% en niños de 6 a 9 años con 11 meses. Comparado con el Censo realizado en 2008 esta cifra se redujo 8 puntos porcentuales–. Sin embargo, la información más reciente (2021-2022) muestra que casi la mitad (46%) de todos los niños menores de cinco años presentaban retraso en su crecimiento. Esta prevalencia coloca a Guatemala a nivel mundial entre los seis países con el mayor porcentaje del retardo en su talla y en el primer lugar en América Latina y el Caribe. Cifras más apremiantes son en el área rural 49.5%, en el nivel socioeconómico bajo 54.6% y en la población indígena 56.7%.
Luego se fueron creando proyectos como Hambre O, la Gran Cruzada por la Nutrición, entre otros. También se unieron instituciones privadas en la Alianza por la Nutrición. Además, hay buenas iniciativas del sector privado y organizaciones internacionales que tienen experiencia y saben cómo atacar este gran problema. Se vio como oportunidad poner en práctica la Ventana de los Mil Días para prevenir y erradicar la desnutrición. Según la Organización Panamericana de la Salud, este paquete de atención en salud y nutrición busca garantizar a las madres y sus hijos cuidados prenatales, una atención calificada del parto, buenas prácticas alimentarias, incluyendo la lactancia materna, una alimentación adecuada a los menores, la suplementación con vitaminas y minerales, y el tratamiento de la desnutrición aguda, entre otras. Abarca la gestación y los primeros 2 años del niño.
Sin atención de salud cerca de las comunidades, difícilmente se podrá poner en práctica la Ventana de los Mil Días. Otro desafío es el agua potable, a la que no todos los hogares tienen acceso. Un informe del Treaty Council menciona que según la encuesta nacional de condiciones de vida (Encovi) 2011-2012, el 70% de los hogares guatemaltecos tiene acceso a servicios básicos, es decir, a agua entubada y drenajes a nivel urbano, mientras que, en el área rural, solo es el 30% de los hogares. Las municipalidades son las encargadas de suministrar agua potable; sin embargo, según la misma encuesta, solo un 4% aplica tratamiento a las aguas residuales, mientras que el resto es vertido en los cuerpos de agua, principalmente ríos, barrancos y lagos. Para el año 2014, solamente un 40% de las muestras de agua analizadas para determinar cloro residual en agua cumplían con la normativa nacional; para el año 2013, al menos el 40% del agua de consumo humano recibió desinfección en las áreas urbanas. En muchos casos, el agua se capta directamente del río o lago y se distribuye directamente sin realizar tratamiento alguno.
No obstante, todos los planes y proyectos que se tienen, el desafío está en la gestión pública. Definitivamente, con el déficit de puestos de salud, los incentivos laborales y la dificultad de gerenciar un proyecto que conlleva coordinar varios ministerios e instituciones, la única forma sería cambiando el modelo de entrega del servicio. Uno podría ser por medio de conformar un fondo cuya gestión sea muy distinta al Ejecutivo y otro tercerizar. El primero conlleva contratar un equipo por mérito y contar con una gerencia por resultados. Este deberá buscar las mejores prácticas, hacer un plan estratégico, contar con recursos y ejecutar. Las intervenciones deben ser puntuales y ponerse metas. Podría contar con un consejo de gente experimentada que pueda asesorar al equipo. Este fondo debería de estar apartado de la política partidista y estar bajo la Vicepresidencia. Tercerizar es otra forma. Un equipo de personas capacitadas puede diseñar un sistema donde se acreditan instituciones locales y nacionales que tienen experiencia y se contratan para ampliar la cobertura. La estrategia debería tener elementos en común. Si la institución no cumple, no se vuelve a contratar. En caso de ambos modelos se requiere acompañamiento y monitoreo, y constantemente ir midiendo y aprendiendo de las propias comunidades y de los logros y desafíos que se vayan encontrando.
Combatir la desnutrición crónica en Guatemala es una tarea de todos. Mucha de la población tendrá que cambiar hábitos, y los servicios públicos y el acompañamiento deben estar presentes para su logro.
¿Qué propuestas tienen los candidatos respecto a combatir la desnutrición crónica? ¿Cómo diseñamos un nuevo modelo de gestión al servicio de los ciudadanos? ¿Qué se puede hacer para que los alcaldes cumplan con construir las plantas de tratamiento?