El obispo Gerardi, fue un sacerdote y obispo guatemalteco colaborador de la guerrilla y obispo de la diócesis del Quiche en los años 1980, donde colaboró activamente con el grupo terrorista guerrillero EGP y fue por ello expulsado por el Ejército a Costa Rica.
Luego de la guerra, había aún guerra en su corazón y junto al terrorista del PGT, Édgar Gutiérrez y con dinero de Noruega, fundó la ODHA en el Arzobispado de Guatemala, ya para esa época, junto a la mayoría de la Conferencia Episcopal, tomada completamente, por la herejía de la “teología de la liberación”, herejía de origen jesuita, declara como herejía dentro de la iglesia católica por San Juan Pablo II, papa que reprendió públicamente al sj Arrupe, director general de los jesuitas y lo destituyó como general jesuita y lo castigó conminándolo a un convento.
Gerardi luego fue asesinado, en el gobierno de Álvaro Arzú y un sacerdote, de apellido Orantes, es el único testigo vivo que sabe lo que pasó esa noche terrible en la parroquia de San Sebastián en la zona uno de la Ciudad de Guatemala.
Ese asesinato, venga de donde venga, es totalmente condenable y es muy probable que la tesis en el libro de los periodistas españoles investigadores Maite Rico y Bertrand Dela Grange “¿Quien mato al obispo?” sea la obra más cercana a la verdad de dicho asesinato deleznable.
En días recientes, he visto reseñas por la muerte de Gerardi, queriéndolo hacer ver como un héroe o mártir, lo cual yo no comparto. Quien activamente ayudó toda su vida a un grupo de asesinos y terroristas como el EGP y el PGT y que ayudó a destruir a la iglesia por dentro con la herejía de la “teología de la liberación”, para mí no es, ni será nunca ni un héroe, ni un mártir.
Una parte virulenta de la iglesia católica: algunos maristas, monjas del Belga, jesuitas y miembros de acción católica, participaron en la guerra de guerrillas guatemalteca, del lado de la guerrilla comunista de la URNG y al hacerlo cometieron delitos y pecados graves de asesinato, secuestro, extorsión y terrorismo y sedición.
Esa es la verdad histórica de esa parte de la guerra de guerrillas guatemaltecas y de esa desastrosa doctrina marxista y hereje de los jesuitas en los años 1960, 1970 y 1980 del siglo XX que, lamentablemente, sigue aún en algunos rincones de la iglesia católica y ahora en el mismísimo papado con Bergoglio, un papa jesuita socialista, apologista y colaborador del foro de Sao Paulo.
La verdad es dura, pero Jesucristo Nuestro Señor dijo: conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.
¡Dios salve a su iglesia y Dios salve a la república!