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Patética la conferencia de prensa del Ministerio Público. Más de dos horas de bla, bla, bla, en pleno viernes navideño. Dicen ellos que fue histórica. Y, sí, lo fue, pero por las razones equivocadas. Lo fue por la vileza de sus planteamientos. Por lo notoriamente pobre en cuanto a argumentos legales. Por la canalla de cada palabra. Según Claudia Paz y Paz, ex fiscal general, lo memorable de esa conferencia de prensa fue “que estaban describiendo un golpe de Estado”.
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No fue la única que la vio de ese modo. Comparte su criterio Luis Almagro, secretario general de la OEA, quien, antes de que la presentación del “mega caso” terminara, ya había emitido su comunicado condenando las explícitas y oscuras intenciones del MP. ¿En qué país una fiscal se da el tupé de declarar nulas en pleno derecho unas elecciones por un formalismo menor? Ese país se llama Guatemala. Lamentablemente. Dolorosamente. Vergonzosamente.
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El actuar delictivo es a plena luz del día y sin pudor ni recato. El presupuesto aprobado no deja dudas de eso. Ya ni pena les da. En cuanto se informó que Estados Unidos había retirado 300 visas y que de los afectados más de 100 eran diputados, uno supo el porqué de una medida tan extrema. Y claro, no fue solo por el presupuesto. Fue sobre todo por prestarse a las intenciones del golpe.
La mayoría de esos diputados, hoy sin posibilidad de viajar a Estados Unidos, quisieran que Bernardo Arévalo no tomara posesión. Soñarían, como el MP, con anular las elecciones. Verían con buenos ojos que la podredumbre moral que impera en la política se mantuviera intacta. Son impresentables.
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Además del aberrante presupuesto que obtuvo luz verde en el Congreso el pasado jueves, parece claro que el gobierno saliente está dejando un campo minado (o ya destruido) para el equipo que se hará cargo del Ejecutivo en enero. Un ejemplo: la eliminación del Viceministerio de Sanidad Agropecuaria y Regulaciones (Visar). No es solo falta de criterio. Todo apunta a que se trata de pura mala fe. Con el correr de los meses, se descubrirá que esta administración no se conformó con saquear las arcas de Estado y dinamitar nuestra ya de por sí débil institucionalidad. Es obvio que también se está esmerando en dejar su nefasta herencia para seguir fastidiando a la gente, aún afuera de los puestos. Y eso causará gran indignación. Mucha rabia. Pero más indignación y rabia causará percatarse de que, si siguen las mismas personas al frente del Ministerio Público, esos crímenes y otros tantos no sean perseguidos ni castigados. Es arduo el camino por recorrer en Guatemala. Arduo y complejo. Y todo por la ambición desmedida y despiadada de los que se robaron cuanto pudieron y además intentaron acabar con la democracia y perpetuarse en el poder.
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En 48 horas, Guatemala le dio la vuelta al mundo con los titulares más desmoralizantes. Sanciones de Estados Unidos, de la OEA e inminentemente de Europa. Voces desde diferentes partes del planeta señalando con rechazo el creciente peligro de un rompimiento constitucional aquí. Bonos a la baja. Infinidad de negocios cayéndose. Y, sin embargo, los artífices del caos siguen su ataque. Y aunque se ven desesperados, todavía tienen posibilidades de ganar la partida. Me extraña de verdad que las calles sigan sin reflejar la irritación que se percibe por dondequiera que uno va. Gracias de nuevo a los grupos indígenas que dignamente siguen en resistencia, casi 75 días después de iniciado su movimiento. De no ser por ellos, el Pacto habría dado más pasos. Quizá hasta hubiera perpetrado garrotazos de mayor intensidad.
La sanción más dura para los corruptos, como dijo el exembajador de Estados Unidos Stephen McFarland, vendrá de los guatemaltecos. Sucederá más temprano que tarde. Confío en ello. Y también medito acerca de acontecimientos recientes: Lo que nos hubiéramos ahorrado si la capital hubiera abarrotado los alrededores de los centros de poder a principios de octubre. A veces la falta de visión estratégica (o el miedo a ser valiente) sale demasiado cara.
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Frente a la realidad de Guatemala, Netflix se queda corta. Y ya estuvo suave de tanta perversión disfrazada de legalidad. Ya fue suficiente de tanto descaro netcentero. Ya nos hartamos de semejante cinismo hampón. Espero que llegue pronto el 14 de enero. Y que llegue lo mejor posible. Estamos agotados. Exhaustos. Con la lengua de fuera.
El país no aguanta otra “temporada” más de este “House of Cards” tropical, estelarizado por reguetoneros baratos. Ya no. Ha sido demasiado de verdad.