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Mónica Fernández Robles, mejor conocida como “Toti“, es reconocida por ser una exatleta de ultrarresistencia y por superar diversos escenarios deportivos.
Ella es la fundadora de Baby Survival Swim. Se trata de un curso intensivo de 4 semanas en el que los niños aprenden instintivamente a voltearse y flotar sobre su espalda en el agua para prevenir accidentes. Su propósito es servir como una técnica de supervivencia.
El ahogamiento es la principal causa de mortalidad infantil accidental y es por ello que Mónica considera vital que los bebés, de 1 a 4 años, aprendan a flotar antes de aprender a nadar.
Publinews conversó con ella acerca del curso, su importancia y lo que la motivó a iniciar este proyecto. ¡No te pierdas la entrevista!
¿Qué te motiva a interesarte en la enseñanza de estas técnicas de supervivencia para bebés?
Cuando yo quedé embarazada de mi primer hijo tenía la etiqueta de campeona mundial de triatlón y no sabía cómo transicionar de esa imagen a ser mamá. Tuve mucha confusión mental, pero a la misma vez vi a un niño bajo el agua y pensé: “mi hijo va a ser el primero en aprender a nadar”.
Eso me dio la ilusión de aprender de las técnicas de natación y poder trabajar de eso. Yo me miraba con un bebé y pensaba que no iba a poder entrenar o competir y estaba buscando algo que me motivara y me moviera. Empecé a investigar y no había una escuela específica de natación para bebés.
La Academia Americana de Pediatría dice que un niño no puede aprender a nadar antes de los cuatro años porque no tiene la motricidad ni la coordinación. Lo que si puede hacer es voltearse y flotar.
Entonces en ese período entre un año y los cuatro años lo importante es garantizar la seguridad de nuestros hijos. Entonces por qué no que aprendan a sobrevivir y ya luego que transicionen a aprender a nadar.
¿Cómo te capacitaste?
Cuando estaba embarazada fui a Colorado en Estados Unidos, Yo viví ahí cuando me entrené para mi carrera deportiva. Me fui con una amiga que me dijo que tomara algún curso de la técnica que estaba buscando.
Al llegar no encontré a nadie capacitado en esta técnica para enseñarle a los bebés a darse la vuelta y flotar. Estaba muy decepcionada y ya mi hijo iba a nacer. Mi amiga me decía “tu vas a hacer algo mejor” y yo pensaba que me lo decía para hacerme sentir bien.
Fui desarrollando yo mi propia técnica experimentando con mis hijos y luego con los hijos de una amiga. Me costaba que el niño lo hiciera porque usualmente los bebés lloran cuando uno los pone a que intenten flotar. Poco a poco fui estructurando cuanto tiempo, cuantas horas y perfeccioné la técnica.
Otras amigas se dieron cuenta de los resultados y me pedían que les enseñara a sus hijos y así cada vez más. Entonces ya empecé a enseñar profesionalmente. Desde entonces llevo 487 niños graduados y más de 13 testimonios de bebés que han caído al agua y se salvaron por saber flotar.
Me llena de satisfacción que mi trabajo tenga resultados positivos y que haya salvado vidas.
¿Cómo logras que los niños aprendan esta técnica?
A los niños se les hace una rutina repetitiva para lograr un mecanismo de aprendizaje.
Cuando un niño entra profundamente en el llanto puede pasar así mucho tiempo, por eso es importante cambiarle de actividad.
Está comprobado que los niños retienen 10 minutos y se obtiene el éxito si se repite día con día. Se les enseña a pesar de su corta edad a tener una actitud positiva a cualquier reto u obstáculo. Se les desarrolla una inteligencia emocional que les salva la vida y para que aprendan a adecuarse a determinadas situaciones.
El penúltimo día entran al agua vestidos con la ropa que usan regularmente y aprenden a flotar a pesar del peso. Se les enseña a voltearse y flotar sin importar la posición de su cuerpo cuando caen al agua.
¿En qué consisten las sesiones?
La primera semana aprenden a cerrar la boca, a sumergirse y en pocos minutos al día les enseño las rutinas que vamos a ir aprendiendo. De ir al punto A a B y cómo hacerlo.
Los niños tienden a querer nadar con la cabeza afuera pero eso hace que la boca esté muy cerca del agua, y ahí ocurren los accidentes.
Al principio me dedico a que se adecúen al agua y que se sientan seguros, que aprendan a respirar adecuadamente. La segunda semana aprenden a estar sobre su espalda. Ellos ya saben que toca y a seguir instrucciones.
La tercera semana ya aprenden a flotar por más tiempo y vas viendo el cambio y cómo los niños se van soltando y confían en que el agua los va a sostener. La cuarta semana se perfecciona la técnica y aprenden a flotar con ropa.
El último día los papás se meten con sus hijos y les enseño a practicar con ellos. La idea es que los padres puedan continuar el aprendizaje con sus hijos. Muchos papás lo dejan y no los incentivan a practicar. Deben hacerlo una vez por semana como mínimo.
¿Qué mitos existen sobre esta técnica?
Lo que mas he escuchado que dicen es que los niños se trauman. Eso no es cierto. Es fácil decir eso cuando yo como padre no continúe con el aprendizaje y práctica de mi hijo. Ellos deben seguir aprendiendo.
Siempre hay riesgos en el agua y por eso se habla con los papás para que los comprendan e identifiquen. Yo estoy capacitada para dar CPR y saber cómo actuar. Los beneficios de este curso son mayores a los riesgos.
¿Qué pasa cuando el niño termina el curso?
Debe seguir practicando la técnica para luego iniciar ya sus clases de natación. La técnica de Baby Survival es como una vacuna y todos deberían hacerlo. Sirve para prevenir, pero se debe continuar.
La natación es el mejor deporte para los niños porque les desarrolla la motricidad y los hace más ágiles. Se dice que un niño que nada desde corta edad desarrolla mejor los dos hemisferios de su cerebro. Desarrolla sus músculos y sus pulmones.
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