Chocolá, una aldea del municipio San Pablo Jocopilas, Suchitepéquez, se caracteriza por realizar un curioso juego durante la tradición de Semana Santa en que se representa la pasión y la crucifixión de Jesucristo en el que los judíos son perseguidos por los centuriones y son golpeados a "planazos" con varas de madera y machetes sin filo.
A partir del cuarto viernes de cuaresma empiezan los preparativos de la comunidad que termina cada Viernes del Santo Entierro. Los pobladores se disfrazan con coloridos y luminosos disfraces y máscaras con motivos de monstruos y animales representando a los judíos que se mofaban de Jesucristo.
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Por el otro lado, el grupo de centuriones, vestidos de negro con la cara cubierta y el guía del escuadrón vestido de ángel, representan los protectores de Cristo, encargados de espantar a los judíos y resguardar el cuerpo de Cristo después de su crucifixión.
Desde tempranas horas de la mañana los judíos van de cantina en cantina danzando, bebiendo y haciendo burla hasta las 12 del mediodía cuando son sorprendidos por una emboscada de centuriones y son perseguidos hasta ser cercados.
Hasta unas mil quinientas personas de diferentes departamentos acuden al lugar para presenciar la golpiza de las cuales unos trescientos representan el papel de los judíos y 14 son el escuadrón de centuriones. La tradición se remonta hace más de medio siglo, cuando Chocolá era una finca caficultora de propiedad de familias alemanas.
El último escultor de máscaras de madera en Samayac
Bernardino Pérez Hernández es el último escultor de máscaras tradicionales de la zona que se utilizan para el juego de Chocolá, lleva más de 15 años tallando máscaras con motivos de animales y bestias.
Pérez, de 44 años, originario de Samayac, aprendió a esculpir de manera autodidacta tras ver cada vez había menos gente que se dedicaba al oficio. Vende sus máscaras al precio de Q60 y los motivos más vendidos son con representaciones de perros, monos, tigres y serpientes.